viernes, 12 de junio de 2015

Nadie gana de camiseta

Por: Martin Lleras
















Tan sólo había que mirar  la pizarra para hacerse una idea clara de lo que iba a ser el partido. Sampaoli, que no entiende el fútbol si no es en campo rival, salió con un equipo evidentemente ofensivo. Atrás, una línea de tres con dos carrileros proyectados al ataque; en la mitad, dos volantes de contención claramente definidos; en la gestación, Vidal y Valdivia gravitando libremente; y arriba, Alexis Sánchez intentando, con su movilidad, hacerse un espacio en el área ecuatoriana. Por el lado de Ecuador tampoco hubo sorpresas. El técnico Quinteros fue pragmático y optó por dos líneas de cuatro, con Miller Bolaños y Enner Valencia en punta. La premisa era clara: sacar provecho de la verticalidad chilena e intentar capitalizar los contragolpes.

Dicho y hecho. Chile tuvo unos primeros minutos eléctricos, en los que pudo haber abierto el marcador de no ser porque Alexis Sánchez tardó en afinar su puntería. Ecuador, que salió con Fidel Martínez y Jefferson Montero, dos volantes externos con poca vocación de marca, tardó veinte minutos en interpretar correctamente lo que Quinteros se había imaginado. Después, con las dos líneas de cuatro bien plantadas y con Bolaños y Valencia presionando la salida de los volantes chilenos, Ecuador se sintió cómodo y, con muy poco, creó peligro en el área de Bravo.

Chile intentaba, con Alexis como referente, abrirse camino mediante prolijas triangulaciones que terminaban chocando contra la férrea defensa ecuatoriana. Además, por la banda derecha, Isla también se proyectaba permanentemente. El lateral del QPR inglés fue, sin duda, el jugador más incisivo y desequilibrante de los chilenos. No obstante, la determinación ofensiva de Isla abrió una autopista por la que Jefferson Montero transitó cómodamente durante el primer tiempo. Las opciones más claras de Ecuador se gestaron en la banda izquierda, gracias a su velocidad descomunal. Chile proponía, Ecuador esperaba pacientemente y, cuando podía, aprovechaba la velocidad de sus volantes externos y sus delanteros.

En el segundo tiempo, cuando la ansiedad local comenzaba a acrecentarse, llegó el gol, de la única manera en la que podía llegar…de penal. Chile uno, Ecuador cero. El país necesitaba el triunfo y la lógica le exigía a Sampaoli bajarle las revoluciones al partido, ajustarse en defensa y cuidar el resultado. Pero el fútbol no se rige por las máximas de la lógica y Chile ataca por inercia, por necesidad, “ataco, luego existo”. Lo siguió buscando y lo encontró. Chile dos, Ecuador cero. Triunfo merecido, pero muy sufrido de la selección local.

¿El balance general? Una selección chilena determinada, con jugadores suficientemente buenos para interpretar y ejecutar la idea ultraofensiva de su técnico; por el lado de Ecuador, un equipo aguerrido capaz de mirar a la cara a cualquier otra selección; pero, por encima de todo, lo que nos deja este primer partido es la sensación de que no va a haber partido fácil en esta edición 44 de la Copa América. En estos tiempos, ya nadie le regala nada a nadie. Esto apenas comienza, ¡qué lindo es el fútbol!


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