Tan
sólo había que mirar la pizarra para
hacerse una idea clara de lo que iba a ser el partido. Sampaoli, que no
entiende el fútbol si no es en campo rival, salió con un equipo evidentemente
ofensivo. Atrás, una línea de tres con dos carrileros proyectados al ataque; en
la mitad, dos volantes de contención claramente definidos; en la gestación,
Vidal y Valdivia gravitando libremente; y arriba, Alexis Sánchez intentando,
con su movilidad, hacerse un espacio en el área ecuatoriana. Por el lado de Ecuador
tampoco hubo sorpresas. El técnico Quinteros fue pragmático y optó por dos
líneas de cuatro, con Miller Bolaños y Enner Valencia en punta. La premisa era
clara: sacar provecho de la verticalidad chilena e intentar capitalizar los
contragolpes.
Dicho
y hecho. Chile tuvo unos primeros minutos eléctricos, en los que pudo haber abierto
el marcador de no ser porque Alexis Sánchez tardó en afinar su puntería.
Ecuador, que salió con Fidel Martínez y Jefferson Montero, dos volantes
externos con poca vocación de marca, tardó veinte minutos en interpretar
correctamente lo que Quinteros se había imaginado. Después, con las dos líneas
de cuatro bien plantadas y con Bolaños y Valencia presionando la salida de los
volantes chilenos, Ecuador se sintió cómodo y, con muy poco, creó peligro en el
área de Bravo.
Chile
intentaba, con Alexis como referente, abrirse camino mediante prolijas
triangulaciones que terminaban chocando contra la férrea defensa ecuatoriana.
Además, por la banda derecha, Isla también se proyectaba permanentemente. El
lateral del QPR inglés fue, sin duda, el jugador más incisivo y desequilibrante
de los chilenos. No obstante, la determinación ofensiva de Isla abrió una
autopista por la que Jefferson Montero transitó cómodamente durante el primer tiempo.
Las opciones más claras de Ecuador se gestaron en la banda izquierda, gracias a
su velocidad descomunal. Chile proponía, Ecuador esperaba pacientemente y,
cuando podía, aprovechaba la velocidad de sus volantes externos y sus
delanteros.
En
el segundo tiempo, cuando la ansiedad local comenzaba a acrecentarse, llegó el
gol, de la única manera en la que podía llegar…de penal. Chile uno, Ecuador
cero. El país necesitaba el triunfo y la lógica le exigía a Sampaoli bajarle
las revoluciones al partido, ajustarse en defensa y cuidar el resultado. Pero
el fútbol no se rige por las máximas de la lógica y Chile ataca por inercia,
por necesidad, “ataco, luego existo”. Lo siguió buscando y lo encontró. Chile
dos, Ecuador cero. Triunfo merecido, pero muy sufrido de la selección local.
¿El
balance general? Una selección chilena determinada, con jugadores
suficientemente buenos para interpretar y ejecutar la idea ultraofensiva de su
técnico; por el lado de Ecuador, un equipo aguerrido capaz de mirar a la cara a
cualquier otra selección;
pero, por encima de todo, lo que nos deja este primer partido es la
sensación de que no va a haber partido fácil en esta edición 44 de la Copa
América. En estos tiempos, ya nadie le regala nada a nadie. Esto apenas
comienza, ¡qué lindo es el fútbol!

No hay comentarios:
Publicar un comentario