lunes, 24 de agosto de 2015

River volvió a perder.


 Por: Enrique Gamboa
Twitter: @egamdu



Tras la derrota de la fecha pasada frente a San Martin de San Juan, River Plate visitaba al difícil Estudiantes de la Plata en el estadio Único. Con varios cambios en su formación titular, el equipo de Marcelo Gallardo salió a buscar los tres putos para así acercarse a los líderes, San Lorenzo y Boca Juniors. 

En esta ocasión el sistema táctico utilizado por Gallardo fue un 4-2-3-1. En la defensa Mayada y Álvarez Balanta reemplazaron a  Mercado y al transferido Funes Mori para acompañar  a los habituales Maidana y Vangioni. Dispuso de la pareja Kranevitter - Gonzalez en la zona de contención;  más adelante estuvieron Driussi, Pity Martinez y Tabare Viudez encargados de la  creación y como único punta, Lucas Alario. 
Estudiantes también utilizó el mismo planteo táctico. Con Gil Romero y Damonte como doble cinco y Cerruti y Barbona pegados a las bandas. Gastón Fernández como enganche y Arriba el juvenil Mendoza.
El partido empezó con dos equipos que nunca renuncian a sus ideas de juego. Hacer una presión alta en campo rival, mantener la posesión del balón, no abusar del pelotazo sin sentido y buscar la velocidad de sus volantes laterales para lanzarle centros a sus únicos delanteros en punta.
Pero fue River el que se sintió más cómodo con el pasos de los minutos. Lucho González se hacia  el guía del equipo, jugaba y hacia jugar a sus compañeros. Los volantes locales nunca pudieron cortar el circuito de juego que salía de los pies del experimentado volante.  Sin embargo, los primeros 45 minutos fueron lentos, aburridos tanto  por la imprecisión de River para  acercarse al arco de Navarrro, como por el  mal juego de Estudiantes que no encontraba solución en la pareja Fernandez – Cerruti. El equipo de Milito se siente incómodo  sin el balón en su poder, no logró quitarle el balón a un River que sin jugar particularmente bien lo superó. 
En los partidos cerrados como éste,  son los jugadores de mayor calidad los que tienen la llave para abrirlos. Golazo de Lucho González tras un buen contragolpe construido entre Viudez, Kranvevitter y Pity Martinez. Se juntaron los que saben y en la primera opción clara de gol, pusieron arriba en el marcador a River, que  se llevó un premio demasiado grande por lo poco mostrado en los primeros 45 minutos.
En cambio, el segundo tiempo fue fútbol en estado puro. River en los primeros diez minutos demostró porque es el campeón de America. Juego fluido, individualidades picantes, posesión del balón como del juego mismo, y recuperación alta en zonas claves para generar opciones de gol.  Pimero fue el Pity el que desaprovechó un centro de un Alario que era incontrolable para la defensa local. Después Viudez y Driussi terminaron mal sus respectivos ataques y dejaron con vida a Estudiantes.
En la primera que tuvo el local en todo el partido, un zurdazo de Cerruti venció a Barovero y puso el 1-1. Y como el fútbol es un estado de ánimo, ese gol de otro partido tuvo sus consecuencias en ambos equipos. A River lo destruyo anímicamente, no lo pudo superar y desde ahí, su juego cayó considerablemente. En cambio, en el Pincha fue el punto de partida para mostrar lo mejor de su juego. Se convirtió en un equipo peligroso por la bandas con Cerruiti y Barbona, y  la gata Fernandez demostró toda su calidad e inteligencia para jugar. Entre los tres complicaron a la hasta ahora sólida defensa millonaria y su juego fue más fluido y certero.
20 minutos después  del gol local, en una pelota parada llegó el definitivo 2-1. Federico Dominguez le ganó en la marca a Balanta que se mostró dubitativo y le concedió espacios  que en el área se pagan caros.
Los 15 minutos restantes fueron de un River que terminó maniatado por un Estudiantes que con confianza y el apoyo de sus hinchas, demostró que en esta clase de partidos si te dan vida lo puedes pagar muy caro.

Volvió a perder River, 0 puntos de los últimos seis y ahora está a 9 puntos de la cima. La derrota debe ser un punto de partida para este equipo  que viene de ganarlo todo, pero que cada vez se aleja más de sus rivales directos y comprueba la amargura que significa no ganar cuando se ha ganado todo.

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