Por: Diego Loaiza
Twitter: @Loaizadiego
Cuando un equipo está para ganar no hay que lo detenga. Eso sí ayudado por dos situaciones: un palo que se atravesó al minuto 89 tras el cabezazo de Carlos Henao y la segunda y más importante, la decisión del técnico Ricardo Lunari, tan reclamada por los hinchas de Millonarios: Mayer Candelo titular.
Fue una noche casi redonda para el cuadro 'embajador', de no ser por los errores de Cadavid y Vikonis. El club azul sumó sus primeros tres puntos en el actual torneo, lo hizo de visitante, sigue invicto en el campeonato, Michael Rangel se destapó, no con uno uno sino con tres goles, y Mayer Candelo le demostró al parecer al único que debía hacerlo, el DT argentino, que es el 10 nato de los azules. No es para sacar el carro de bomberos, pero sí fue una victoria necesaria y útil de cara al futuro.
El equipo 'albiazul' fue otro desde el pitazo inicial en Techo y quizás fueron sus mejores primeros 30 minutos de los últimos tiempos. Y todo esto orquestado por Candelo, que hizo jugar a sus compañeros a otra velocidad y fue el mejor socio de unos delanteros ávidos de tener la pelota en sus pies, de que les llegara el balón, de tener opciones de anotar. Y así fue. Claro está, Mayer no solo fue el conductor, también se puso el overol para marcar.
Muy temprano ese buen juego, esa asociación, esa actitud diferente se vio reflejada en el marcador con un tanto para la posteridad. La tomó el '10', tiró un pared con Michael Rangel, abrió para Maxi Nuñez, que levantó la pelota y el mismo Rangel, de espaldas al arco, tiró un 'tijera' espectacular y a celebrar. Un desahogo para el delantero santadereano que tiene la misión de hacer olvidar a Fernando Uribe.
Pero Millonarios no paró ahí, Mayer seguía alimentando de balones a sus atacantes. En un tiro de esquina, Candelo fue muy vivo, pidió el cobro en corto, levantó la pelota al área y allí estaba una vez más Rangel para meter la cabeza y poner la pelota en un ángulo imposible para el guardameta uruguayo Castillo. Y al minuto 29, por poco Mayer le pone el moño a la noche azul. Centro de Robayo y 'tijera' de Candelo que se fue por encima. 2-0 y parecía que el club bogotano le pasaba por encima al boyacense. Sin embargo, un error de Andrés Cadavid, le dio vida a un moribundo equipo. Saltó a cabecear, golpeó el balón con la mano, penalti que intercambió por gol el juvenil Carlos Henao.
Para el segundo tiempo, Patriotas salió con todo, voladas de Vikonis salvaban a los visitantes del empate. Los azules se defendían como gato patas arriba y apostaban por el contragolpe. Hasta que apareció Mayer al minuto 60, abrió para Maxi, que centró, Rangel cabeceó y el arquero Castillo metió la mano para ahogar el grito de gol. Y en la jugada siguiente, en un tiro de esquina, Rangel la luchó, se la rebuscó y definió de zurda. Un verdadero 'hat-trick', con derecha, con la cabeza y con la izquierda.
Con el 3-1 en el marcador, los hinchas embajadores esperaban que su equipo los deleitara y jugara con la tranquilidad de estar dos goles arriba, pero no fue así. Más tarde, su técnico lo reconocería: somos un equipo con la pelota y otro muy distinto sin ella. El cuadro boyacense no se rindió, buscó y encontró el premio al 76. Desconcentración en el fondo de los visitantes, Carlos Rivas remató y Nicolás Vikonis dejó entrar el balón por su palo.
Y como no todo podía ser perfecto, Lunari decidió sacar a los hombres de la noche, Mayer y Rangel, cuando el partido pedía oxigenar el medio campo, meter piernas frescas para aguantar el vendaval boyacense. Por esa razón, Millonarios terminó reglando 70 metros del campo, aguantando y pidiendo tiempo, sufriendo sin necesidad. Y al minuto 89, el estadio de Techo quedó en silencio tras un cabezazo de Carlos Henao que devolvió el vertical izquierdo.
Al final, fue triunfo azul. Tres puntos que reconfortan al plantel, una victoria que deja un mensaje claro al técnico sobre su volante creativo y un partido que sirve para que en las toldas 'embajadoras' sueñen con el nacimiento de un goleador de raza: Michael Rangel.
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