Por: Martín Lleras
Twitter: @martinlleja
Nacional
se impuso 4-0 frente al Deportivo Pasto, pero la victoria fue la menor de las
alegrías para los verdes. Más importante y jovial que el triunfo fue la
ansiada aparición de Macnelly Torres. En partidos anteriores, el
barranquillero, aunque había estado de cuerpo en cancha, no había podido hacer
valer su etiqueta de jugador franquicia. El miércoles, frente al Pasto, fue
diferente. Esta vez, consciente de lo que se espera de él, el 10 salió a la
cancha y en menos 50 minutos demostró porque fue escogido para liderar este
proyecto.
Decir
que Torres había jugado mal, quizás, sea exagerado, lo cierto es que el escaso
volumen de ataque de Nacional y las pocas opciones de gol generadas en partidos
anteriores deben servir de sustento para afirmar que el 10 no se había encontrado
con su mejor versión. Frente al Pasto, en cambio, Macnelly dio un festival de
pases filtrados –lo que mejor sabe hacer- y tuvo incidencia directa en los cuatro goles
de su equipo. Más allá de suponer que Torres se levantó el pasado miércoles con
el pie derecho, es posible analizar aquellos aspectos del juego que facilitaron
la aparición magistral del volante barranquillero.
***
El planteamiento del Pasto
El
equipo de Guillermo Berrio salió impaciente
a atacar el arco defendido por Camilo Vargas. Sin una idea clara, el Pasto prescindió de mayor elaboración y cabalgó hacia delante con toda
su estructura ofensiva, laterales incluidos. Apunta de ímpetu y la
extraordinaria velocidad de sus puntas, en los primeros minutos, casi
consigue sorprender a un Nacional que, coherente con su idea, se mostró
paciente.
La
gallardía del Pasto, sin embargo, partió al equipo en la mitad y generó
espacios por donde Macnelly pudo circular plácidamente. En lo que va del
torneo, por primera vez, Torres pudo liberarse casi plenamente de sus
obligaciones defensivas y desde la franja interior que se le abrió entre los
centrales y la primera línea de volantes pudo empezar a lanzar sus pases largos
y filtrados. Los cuatro goles surgieron desde esa zona.
La salida precisa de los volantes de marca
El
juego de este Nacional es interior, eso ya no es materia de discusión. La
presencia de Torres y su tendencia natural a ir por adentro centraliza el juego
ofensivo del equipo. No obstante, el juego por el centro, al ser esta una zona
enmarañada por guayos rivales, requiere de una salida precisa de los volantes
de primera línea.
En
ese sentido, Alejandro Bernal fue el mejor socio de Macnelly, entendió lo que
requería el partido y supo siempre, con claridad, encontrar a Macnelly en la
zona en la que es más peligroso: detrás de los volantes de marca rivales, lugar
donde suele haber espacio suficiente para tirar balones largos al hueco.
Mayor volumen de ataque
El
gran problema en el ataque de Nacional había sido la falta de volumen. El
equipo jugaba retrasado y cuando Torres recibía en su zona, delante de él la
única opción de pase era Jefferson Duque. Las opciones de filtrar se reducían,
entonces, a un lanzamiento en vertical que era fácilmente controlado por los
defensas rivales.
Frente
al Pasto, la cosa cambió y habitualmente vimos a cuatro jugadores demandando el
pase filtrado del 10. A la aparición de Duque se le sumaron las apariciones
constantes de Yimmi Chará, que por momentos hizo las veces de segundo
delantero, Orlando Berrio y Alcatraz García, que remplazó al ahora tímido
Daniel Bocanegra. En los primeros tres goles, siempre hubo, además del jugador
que marcó el gol, por lo menos otros dos jugadores de Nacional pisando el área
rival. No se trata únicamente de tener a un lanzador de primera en cancha,
también hay que dotarlo con buenas herramientas de trabajo.
La irrupción
de Yimmi Chará por la banda izquierda, también, favoreció a Macnelly. Al jugar
con el perfil cambiado, Chará tendió a tirarse por adentro y a hacer las veces
de segundo delantero. Esta tendencia natural, no sólo acercó al vallecaucano más al
área rival –que es donde más peligroso es-, sino que le amplió el rango de pase
interior a Macnelly Torres. El resultado fue una sociedad letal que participó
directamente en tres goles.
***
Reinaldo
Rueda tiene afinados sus principios defensivos, eso es claro. En lo que va de
la Liga Águila el equipo no ha recibido ni un gol y todavía no ha habido rival
que lo haya hecho sufrir dramáticamente en defensa. El juego cauteloso e
hiper-organizado ha dado sus frutos. En ataque, por otro lado, había dudas y
el equipo y, especialmente, Macnelly Torres necesitaban un partido como el del
miércoles. Desde el principio se dijo aquí, en este espacio, que una de las
grandes tareas de Rueda era afilar la espada de su mejor soldado. Parece que
está dando con la tecla.
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