martes, 1 de diciembre de 2015

Instrucciones para ver la final.


Por: Iván Vargas

Lo que va a pasar hoy a las siete de la noche es extraño. Aunque el ser humano se adapta a las circunstancias y casi sin darse cuenta, con rapidez y naturalidad empieza a considerar como normal lo atípico, lo impensable,  lo de esta noche es una rareza.

Piénselo por un momento, dígalo para sí mismo: “Santa Fe juega esta noche  la primera final de la Copa Sudamericana”. Ahora añada: “Santa Fe juega esta noche la primera final de la Copa Sudamericana y es el favorito para ser campeón”. ¿Le suena del todo real? ¿No se le traban las palabras? ¿No se siente algo soberbio? ¿No se cree un impostor? Yo sí, yo pienso que esto ha pasado tan rápido, que ha sido tan lindo, que cabe la posibilidad de estar delirando, de haber perdido la cabeza y haber maleado la realidad y  estar viendo lo que no es. Que como consecuencia natural de vivir en este país inviable nos hemos vuelto locos y fabulamos…Santa Fe finalista de la Copa Sudamericana, ¡ja!

Y entonces pienso, tras corroborar en la programación de Fox Sports en la que efectivamente se deja ver Huracán vs Santa Fe, que el partido de esta noche debe tener un rito. Que es una función –me perdonarán los más entusiastas- que difícilmente se repetirá. Que es, esto va en serio, el momento más trascendental en la vida de muchos   santafereños.  Y que verlo sin una disposición especial, sin una preparación psicológica específica es no estar a la altura, es no agradecer el momento.

Mañana, santafereño, vea el partido con el celular apagado. Con la mente limpia de cualquier estimulante,  supra consciente. Vea la previa como si fuera la mejor película de su vida, no cambie ni en comerciales, no se pare, no coma, no hable mucho. Vibre con el show de la hinchada de Huracán, sienta como tiembla el estadio y sienta envidia por los hinchas que viajaron. Anhele expermientar el abismo en el pecho, en el corazón, que sienten los once leones que saltan a la cancha y que usted y yo, nunca, vamos a sentir.  Viva el juego –que le repito puede ser una alucinación- en el presente, con la mirada fija en el televisor, en la pelotita blanca y en nada más. Sonría con cada cierre de Meza,  con cada kilometro corrido por Gordillo, con cada pase de Omar Pérez,  con cada diagonal de Morelo.  Concéntrese en los ojos rojos de Seijas y en el incansable Salazar. Disfrute.

Y sufra, sufra como nunca antes, con las vísceras, cada ataque de Huracán, cada atajada de Zapata. Sufra como sufrirá Peluso, que a sus 61 años le importa un carajo  el corazón y se juega el partido. Juéguelo usted también, se lo merece. Cada tanto siéntase el pulso y compruebe el placer inigualable que le genera su equipo, la adrenalina única del fútbol. Agradezca en silencio lo que está viendo y crea, aunque sea por mañana, que la energía existe y que toda esa fuerza que usted hace con el pecho, con la pelvis, con los ojos, vuela hasta Parque Patricios y se cuela entre los nuestros para que en la mítica Buenos Aires se jueguen  el partido de sus vidas.

No se distraiga, amigo santafereño, pase lo que pase no se distraiga ni un minuto, que lo que va a pasar esta noche, como todo, se perderá en la eternidad y no será sino un recuerdo. Y los recuerdos no se le asemejan, ni de cerca, a la realidad.

3 comentarios:

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  2. Se me puso toda la piel de gallina leyendo esto. Estamos viviendo un momento histórico del que aun no soy consiente del todo.

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