lunes, 15 de febrero de 2016

“Empieza una nueva historia”

Por: Felipe Maldonado



Después de 66 años Millonarios ha dejado de ser el equipo más veces campeón de Colombia. Un duro golpe en el orgullo para una de las hinchadas más grandes y tradicionales del país. Un golpe a la autoestima de una hinchada enamorada de la historia de su club, amante de las leyendas que engrandecieron el escudo y que ahora se encuentra en un limbo entre el dolor y la ilusión.

Además del sufrimiento colectivo que supone llegar al desconocido segundo lugar, el impacto del acontecimiento va mucho más allá del orgullo de una hinchada. Para el club y por ende para la marca significa una pérdida de identidad, agravada por la insistencia con el slogan de “El más veces campeón”; frase que sirvió de escudo durante muchos años ante tantos fracasos deportivos.

Aparentemente faltó estrategia en el manejo de la marca, donde los esfuerzos debieron estar dirigidos, por ejemplo, al orgullo que representa ser hincha de Millonarios. Conceptos como este deben estar por encima de la condición de “el más veces campeón”, la cual no es nada más que una leyenda de carácter pasajero, como quedó demostrado. Así se debió haber interpretado desde la administración años atrás, momento en que Atlético Nacional comenzaba su frenesí campeón e incluso cuando América en 2008 conseguía su estrella número 13.

Lo cierto es que la reestructuración administrativa del club en el 2011 y la todavía reciente disputa por el poder accionario de Millonarios, desestabilizaron cualquier posibilidad de planificación estratégica. Todo a pesar del título de 2012, cuando por fin parecía se encontraba cierta estabilidad. Para un club, como lo es para cualquier organización, la planificación debe ser uno de los ejes centrales de la gestión. Planificación deportiva, financiera y comercial principalmente, lo cual implica anticiparse a los eventuales escenarios para poder proyectar alternativas y soluciones que puedan potenciar la institución en todos los aspectos.  

Para Millonarios es tiempo de cambiar, de absorber el golpe y aceptarlo como la gran oportunidad para mejorar. La gestión deportiva que se hizo para diseñar el plantel de este año es un mensaje de las intenciones que se tienen para el presente y futuro inmediato. Más allá de los nombres de los jugadores -donde puede haber discrepancias- en Millonarios hubo una clara planificación deportiva. Se conformó una base de futbolistas con proyección, teniendo en cuenta características para el esquema como funcionalidad y habilidad, reformando la plantilla con mínimo 2 jugadores por posición. Además se analizaron variables tan importantes como edad (donde se bajó el promedio de 28 a 26 años), experiencia, con jugadores con más de 200 partidos en primera como Jonathan Estrada, y sobre todo hambre de gloria, característica que realmente podrá ser juzgada en el transcurso del campeonato. Se destaca también el esfuerzo en la renovación del uruguayo Nicolás Vikonis y Deiver Machado, probablemente uno de los mejores proyectos de futbolista en Colombia.

En total 12 jugadores nuevos más la promoción del juvenil Harold Mosquera, reciente goleador del campeonato nacional sub-20. Seguramente pasarán días y partidos para que el equipo encuentre un estilo de juego, sobre todo en ataque, sabiendo que la sincronización de los movimientos entre los nuevos jugadores es algo que no se consigue con la presteza que los hinchas exigen. Con esta nómina Millonarios aspira a pelear el título -en cuanto al juego hoy es algo prematuro de predecir- pero es sobre todo, una base donde se puede partir para construir un equipo cada vez más competitivo en un corto plazo.


Así debe empezar una nueva historia, como bien lo pensó Adidas con el copy para esta nueva campaña y que sirve de título de este escrito. Desde la parte comercial y de mercadeo existe el desafío de renovar la marca, una de las más poderosas del país en el sector deportivo. La gente está ilusionada, encontrando la salida del trance que genera perder una identidad que no pudo ser eterna. Es momento de comunicar esa identidad que sí puede ser infinita –y que siempre ha existido- que se construye sobre la incondicionalidad de los hinchas de Millonarios con su club y la mística ganadora del que alguna vez fue el mejor equipo del mundo. Los dirigentes deben comunicarla y posicionarla, con el propósito exclusivo de fortalecerla con lo que realmente importa: títulos. 

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