Por: Sebastían Nohra
La primera sorpresa de la Copa América dejó un resultado que
empieza a ser habitual. Sostenidos en el orden y el coraje, Venezuela encuentra
contra Colombia esa fuerza de la que carece cuando enfrenta a los otros equipos
del continente. Hace más de cinco años que Colombia no puede ganarle a
Venezuela. Peligrosa dinámica que puede convertirse en una especie de estigma.
Antes de entrar en los errores y las carencias de Colombia –que por supuesto
las tuvo- no sería injusto con la victoria venezolana hablar de la cancha del
Estadio El Teniente. Colombia jugó en un césped muy seco y alto. Fue muy
notable como le costaba conducir a los jugadores el balón. Era difícil combinar
por el piso. Estas condiciones, más el orden y la firmeza táctica de Venezuela
ahogaron la propuesta de Pékerman.
Colombia propuso un 4-4-2 con Cuadrado y James
a una mayor altura que Sánchez y Valencia. Venezuela se paró con un 4-2-3-1.
Rondón tenía la orden de presionar la salida de los centrales y los cinco
volantes basculaban muy ordenados y le cerraron todos los caminos para
entregarle balones limpios a James y Cuadrado. Venezuela cedió el protagonismo desde
el principio, y replegada haciendo una presión fuerte en la mitad de la cancha
le dijo a Colombia “usted es el del talento, juegue y yo espero”.
Y es en este
punto donde Pékerman debe estar muy preocupado. Colombia jamás pudo avanzar en
bloque con posesión. El césped, una inusual imprecisión de la mayoría de los
jugadores y la falta de respuestas tácticas para superar la primera línea de
presión de Venezuela, hicieron que Colombia realizara uno de los peores
partidos de la era Pékerman. Ante la impotencia de no poder encadenar pases,
Murillo y Zapata empezaron a mandar pelotazos a la cabeza de Falcao para poder
avanzar. Los pelotazos iban muy desviados y Bacca y Falcao perdieron todos los
duelos contra la defensa de Venezuela.
Por el otro lado, el partido de Venezuela fue más que
destacado. Anuló el juego de Colombia, no concedió una ocasión de gol hasta el
minuto 77 y generó cuatro llegadas claras. En una, Rondón volvió a mostrar el
gran nueve que es. Guerra y González no dejaron subir nunca a Armero y a Zuñiga y atacaron sus espaldas cada vez que
pudieron. Ahora, antes de sacar la calculadora, hay que sacar la pizarra y
retocar cosas. La falta de argumentos en el ataque estático de Colombia en un equipo
de la calidad técnica de éste, es muy preocupante. Quizá Pékerman debe
contemplar, mutar al equipo con un carácter un poco más contragolpeador. En el
mundial, contra Costa de Marfil, Japón y Grecia, el equipo cedió mucho balón
para salir rápido con tres volantes –James, Ibarbo y Cuadrdo- quitando un
delantero. Si el ataque estático no está aceitado, cabe pensar en apostar por
el galope de los volantes.
Colombia dio dos pasos atrás en su debut en la Copa América.
No sólo por el resultado. Hay varios jugadores que por lesiones o decisiones
técnicas, han pasado más tiempo en el banco que en la cancha durante la
temporada –Armero, Zapata, Zúñiga, Sánchez, Cuadrado y Falcao- y se quiera o
no, no están en este momento en la capacidad de ofrecerle todo su potencial al
equipo. Y por último, Colombia dio un paso atrás en la construcción de su identidad.
No fue un equipo reconocible. El interrogante es si está en las condiciones
para poder mirarse al espejo y reconocerse.

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