lunes, 15 de junio de 2015

La importancia (y malsana dependencia) de tener un crack


Por: Juan Pablo Rodríguez










Por: Juan Pablo Rodríguez

Te pueden hacer siete goles, te pueden pasar por encima y te pueden humillar ante el mundo entero en el que se creía iba a ser tu mundial. Eso te lo pueden hacer para dejarte por el piso para siempre salvo si eres Brasil. No hacen falta nombres para darle peso a la camiseta que, más allá de lo que pretenda el desesperado “somos once contra once”, sigo valiendo por sí sola un Perú.
Esa misma cuantía que ahora sí que puede ponerse en números: una remontada sufrida, un gol en la agonía y una clara dependencia de la magia de un jugador en su mejor momento. Impulsado por el triplete alcanzado al lado de Messi (no a su sombra) y compañía, Neymar se presentó en la Copa América como capitán y figura indiscutible del, sobra decirlo, timorato equipo de Dunga.
Frente a un Perú agresivo , que ejerció una  presión alta y demostró ansiedad por enseñarle al continente que el fracaso en la eliminatoria anterior fue un anecdótico episodio , Brasil tuvo que sudar más de la cuenta y poner sobre los hombros de la historia futbolística sus primeros tres puntos del certamen.
Como previsiblemente lo esperaba Ricardo Gareca, conocedor del fútbol brasileño pese al fracaso al frente del Palmeiras, después de la presión alta y el desgaste la selección peruana recurrió al juego duro, buscando explícitamente a Neymar. Al rival “písalo”, hace años lo dejó claro Bilardo, pensaría el “Tigre”.
Ese mismo rival al que no se le debía dar ni un milímetro ni un segundo para pensar fue quien se mantuvo en su grado máximo de concentración durante lo todo el partido (que no son 90 minutos, como reza el desafortunado dicho popular) para aprovechar el estertor del mismo y evitar otra horda de titulares que hicieran hincapié en los pocos avances tras el 1-7 del 2014.
Apareció Neymar, como también apareció el fantasma de un equipo sin identidad, lejos de las alineaciones que aseguraban espectáculo y buen fútbol, así como también se hizo presente un eco de escepticismo. Pero aparecen también los tres puntos, dirá Dunga, para quien el triunfo es lo único. Viva Bilardo.

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