lunes, 22 de junio de 2015

Jugando en 75 metros


 Por: Sebastián Nohra.


La Copa América continua jugándose bajo una premisa no escrita: no se regala un metro. A nadie. Sin establecer comparaciones con otras competiciones, ésta se ha destacado por su voracidad competitiva. Por luchar en todos los rincones de la cancha, cada balón y cada jugada. De Colombia no se podrá decir que no se ha vaciado, ni se podrá reprochar su entrega. Pasa, que con eso no siempre alcanza, esto es un juego y hay que  jugarlo.

El equipo enfrentó a Perú con los de siempre -único cambio, Arias por Zuñiga, la falta de ritmo en Italia debía tener extenuado al lateral- a buscar el partido. Los primeros 18 minutos fueron muy buenos. El equipo era muy dinámico, recuperaba el balón rapido, James y Cuadrado se estaban encontrando, Armero le ganaba la espalda a Advíncula llegando con peligro. Hasta que Edwin Valencia hizo CRACK ! y Colombia también.

Sería osado asegurar el motivo de la relación entre la salida de Valencia y el bajón del juego de Colombia. Primero, por que Mejia estuvo correcto. Y segundo, por que el cambio no fue táctico, fue hombre por hombre. Lo cierto es que ocurrió y los segundos balones empezaron a perderse, se dividió la iniciativa, ni Armero ni Arias lograban darle aire a un equipo que le costaba avanzar.

Si acordamos que gran parte de las posibilidades de Colombia pasan por la zurda de James y la creatividad de Cuadrado, empezamos a entender por qué en los últimos 25 metros cuesta tanto herir al rival. La producción ofensiva de esta Copa América ha sido muy pobre: un gol en tres partidos y seis disparos al arco. El tema no es individual, si no  estructural. Si bien es cierto, que aparte de Teo, los otros tres hombres de arriba tuvieron un partido por debajo de cinco puntos, hay algo en la propuesta de Pékerman que está fallando.

Es imposible pretender ganar el torneo jugando en 75 metros. Cuando se llega al último cuarto no hay lucidez, no hay uno a uno, olvidamos contruir paredes, James debería recordar que tiene una bazuka en su zurda. Se ha jugado cinco de los seis medios tiempos, con ese tono.

En defensa, Zapata estuvo concentrado y firme y Murillo enorme. Esta Copa ha sido la confirmación de la sospecha; es un jugadorazo. Se fajó todo el partido con Paolo Guerrero, un delantero con mayúsculas. Incomodísimo. Perú, logró quitarle balón y metros a Colombia, aunque a parte de dos tiros cruzados,  Ospina no tuvo que trabajar  demasiado. El partido era espeso, indefinido, de arreones del uno y el otro, hasta el minuto 65. Un cambio de Pékerman y otro de Gareca lograron remover el tablero.

En Perú, entró Farfán por Pizarro. Velocidad y desborde para intentar ganar por el lado de Arias. En Colombia, Ibarbo por Armero. Pasó Arias al lateral izquierdo, Cuadrado como en sus inicios de lateral derecho e Ibarbo de volante. Pékerman pensó que con Cuadrado llegando desde atrás e Ibarbo fresco, se podía generar el desequilibrio que con Edwin Valencia se había perdido. Pero, el Cuadrado más errático que se recuerde y un Ibarbo que no tenía campo abierto para correr, ahogaron la iniciativa del técnico.

Al minuto 69 entró Jackson por Falcao. Se pide su titularidad -con razón- pero tuvo la más clara y definió con los nervios de un debutante. Los últimos minutos se jugaron en campo peruano. Se llegó más por ímpetu que por juego. Casi llega el gol, pero la conclusión no hubiera sido diferente. El equipo defiende bien, pero llega a tres cuartos y refunde el guión. En los metros de la verdad, no hay creatividad, ni chispa. La quinta velocidad que se tenía, ahora no se tiene.

En cuartos de final, se viene una ballena. Messi y sus amigos. Deberá pasar Jose Nestor noches en vela frente a la Pizarra, para ver cómo sin Sánchez ni Valencía, se le cortan los pasillos interiores a Messi y Pastore, y al mismo tiempo, se logra jugar en 100 metros.

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