martes, 23 de junio de 2015

La realidad cerca de los sueños






















Por: Daniel Bello

Como era de esperarse, por historia y presente, la selección norteamericana salió a por todas contra el arco colombiano, haciendo figura a Catalina Pérez en los primeros 10 minutos del partido con 3 muy buenas atajadas, dignas de la escuela colombiana, pero después de esos 10 minutos del fútbol/rugby practicado por Estados Unidos en donde impuso su juego físico y aéreo para ganar rebotes en segundas jugadas y crear oportunidades a partir de ese punto de partida, el equipo colombiano, sobrio, serio, consciente de todas sus virtudes y debilidades, parado con un 4-4-1-1, se aplomó en el campo; dejaron de temblar las piernas por los nervios que deben (muy pocos son los afortunados que lo saben) aparecer al enfrentar al mejor equipo del mundo en una instancia inédita para nuestro fútbol femenino, se dieron cuenta que estaban dotadas técnicamente, igual o mejor, que las jugadoras de blanco.

De ahí hasta el penal que vino de la mano con la expulsión de nuestra arquera, el partido fue muy cerrado, jugado con mucha intensidad en la mitad del campo. Para destacar la agresividad, siempre leal pero firme del equipo colombiano, fueron a cada pelota a recuperarla como se enseña en las escuelas, a muerte y sin mala intención, las nuestras tenían mirada de tigre para recuperar el balón y cabeza fría para el manejo del actor principal cuando se recuperaba; y fue justamente ahí cuando se vio la mejor versión de Colombia, 50 minutos de un fútbol desbordante de amor propio y de calidad esperada para una de las 16 mejores selecciones del mundo.  A partir de la presión generada por el equipo nacional desde los tres cuartos de cancha, cuando el balón llegaba a los pies de las volantes norteamericanas encargadas de sacar al equipo dando el primer pase limpio hacia adelante, evitaron que se llevara a cabo dicha misión, cerraron los espacios por los costados e interceptaron cuanto balón fuera por el centro del campo –Natalia Gaitán y Daniela Montoya se devoraron el medio campo en el primer tiempo-, logrando así adelantar a Colombia en el terreno de juego y haciendo apacible el partido para nuestra portera.

Colombia dominó por varios tramos del primer tiempo el partido: presión alta, recuperación en medio campo y comenzar a tocar a ras de piso abriendo bien el campo al cerrar a las volantes externas, Andrade y Ospina, para darle salida a las laterales, que si bien fueron pocas veces las que pudieron llegar al fondo, dieron siempre una opción de pase que se vio materializado en el poco peligro que generó el equipo de blanco ante nuestro arco. Colombia no lastimaba, falta de profundidad por el necesario planteamiento para controlar la mitad del campo, entendió que debía bajar las revoluciones del partido y comenzó a tocar horizontalmente hasta que los primeros 45 minutos se fueron con un 0-0 más que esperanzador por el comportamiento de las nuestras después del minuto 10.

El segundo tiempo empezó como terminaron los primeros 45 minutos, paridad total, la diferencia física, notable por encima de cualquier otro ítem, no fue desventaja para las de amarillo que entienden que el fútbol se juega más con la cabeza que con los pies (un guiño para el fútbol masculino que premia la talla sobre la calidad). Hasta el minuto 61 Estado Unidos tuvo su primera aproximación a través de una jugada colectiva que terminó en un tiro de esquina inofensivo. Antes de eso vino el quiebre de un partido hasta el momento perfectamente jugado por las colombianas, una desconcentración en la línea de atrás dejó mano a mano a Alex Morgan frente a Catalina Pérez, que al verse superada por la delantera, no tuvo otro remedio que cometerle falta, para desgracia nuestra, sobre la línea del área grande; expulsión y penal para Estados Unidos, parecía venirse todo abajo.
 Para suplir la posición de la portería, Ingrid Vidal, única delantera del equipo nacional en el partido de hoy, tuvo que salir, entre lágrimas por la amargura que significa salir en un partido como este pero sin reproche alguno hacía el técnico Taborda por la decisión tomada, nuevamente la cabeza y el amor por la camiseta por encima de todo. Wambach desperdició el penal pegándole por el costado izquierdo del arco defendido ahora por Stefany Castaño. Seguíamos en el partido, pero el golpe de la mujer de menos tuvo el suficiente impacto sobre nuestras jugadoras que el equipo del norte aprovechó gracias su experiencia (factor indiscutiblemente determinante del partido), y pocos minutos más tarde, tras el despeje de un tiro de esquina, logró por primera vez triangular al borde del área hasta dejar a Morgan en posición de gol, que no lo desaprovechó con un remate seco y abajo al palo de Castaño; 1-0 y con una menos.


Se venía la noche para las nuestras, pero nuevamente se vieron destellos de una selección que coge tintes de grande (su promedio de edad es de 24 años), al no desarmar el medio campo pese a la mujer de menos, la selección pudo nuevamente jugarle de tú a tú en la mitad a las bicampeonas mundiales, pero ahora con mayor notoriedad se veía la poca profundidad que el equipo tuvo durante los 95 minutos jugados; y vino el segundo desajuste defensivo de las nuestras que terminó en otra pena máxima, esta vez transformada en gol por la número 10, Lloyd. 2-0. El resto del partido se vio a una Colombia golpeada pero orgullosa que salió a por el descuento sin éxito. El partido terminó, ni una patada con mala fe y el respeto mundial elevando a nuestras mujeres a la elite mundial. Ahora toca confirmarlo, ya somos potencia detrás de Brasil en Suramérica –subcampeonas en las dos últimas ediciones de la Copa América femenina-, podemos hacer lo mismo a nivel mundial.

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