Por: Martín Lleras
Twitter: @martinlleja
Más
complejo que imponer una metodología de trabajo, es imponer una idea de juego,
lograr que los jugadores interpreten y ejecuten sobre la cancha aquello que se
imagina su entrenador. El primer gran reto de Reinaldo Rueda es, entonces,
cambiar la idea de juego de un grupo que viene de un proceso largo y
exitosísimo con Juan Carlos Osorio.
Aunque tres partidos, por supuesto, son pocos para hacer una radiografía
detallada de lo que pretende hacer Rueda, ayer, contra Medellín, se hicieron
evidentes algunos principios de juego que, parece, van a ser fundamentales en
este nuevo Nacional.
El 4-4-2 y la obsesión por el orden
Rueda
es un obseso del orden y a punta de orden se clasificó a dos mundiales, a uno
de ellos con la discreta selección hondureña. No debe sorprender, entonces, que
este Nacional sea un equipo cuya premisa táctica sea siempre, sin importar la
fase del juego en que se encuentre, mantener el equilibrio. No debe entenderse
esto como que la propuesta de Rueda es defensiva, nada que ver. El equipo de
Rueda propone, quiere la pelota y le gusta pararse en campo contrario, todo
esto, evitando cualquier tipo de riesgo que exceda lo que se considera
necesario.
¿Cómo
disminuir el riesgo? En primer lugar, jugando con una primera línea de cuatro
fija, renunciando así, irremediablemente, a los laterales ultra-ofensivos de
Osorio que, en una de cada tres jugadas de ataque, pisaban campo rival,
llegaban hasta la línea final y tiraban el centro. La orden a los laterales es
“no arriesguen”. En segundo lugar, jugando con dos volantes de marca claramente
definidos. Y finalmente, asignándole a los dos volantes externos, los dos más
adelantados, la tarea de referenciar permanentemente el paso de los laterales
rivales.
Ayer este planteamiento fue evidente. Medellín, sobre todo en la segunda
parte, intentó aprovechar, por medio de contragolpes, las ganas que tenía
Nacional de romper el empate. Fueron varios los intentos, pero
en todos y cada uno de ellos Nacional fue rápido en la transición ataque-defensa
y logró siempre superar en número a los atacantes rivales. Este Nacional canjeó
la verticalidad inglesa por la seguridad italiana.
La elaboración cautelosa desde atrás
Ojo!!
Lo repito!! No es un Catenaccio, este Nacional propone y le gusta tener la
pelota, pero no es tan vertical. Quizás el estilo de Rueda complazca al
paladar de aquellos seguidores verdes que todavía no lograban acostumbrarse al
sabor inglés de Osorio. Aquí hay más elaboración, más paciencia, más cautela y
más pase en corto.
La
posesión arranca desde atrás, desde los centrales, y es por eso que ayer los
mejores tramos de Nacional fueron aquellos en los que Medellín no pudo mantener
la presión alta y se vio obligado a dar un paso atrás. Con Medellín retraído se
abrió el espacio para que la salida fuera en limpio (y en corto) con los
laterales o con los volantes de marca, Bernal y Mejía, que siempre se mostraron
como opción. Así fue el último tramo del primer tiempo y gran parte del
segundo, con posesiones largas Nacional obligó a los volantes rojos a bascular
y sólo cuando encontró el espacio claro (y seguro) se atrevió,
generalmente por medio de Macnelly, a romper la última línea del Medellín.
Este
es un Nacional más cauteloso, que se siente cómodo y, más importante, seguro
con la pelota. Adiós al vértigo de Osorio, bienvenida la elaboración de Rueda y
Macnelly.
La importancia de Macnelly
Además
de cualquier distinción ideológica que se pueda hacer, la diferencia más
tangible entre el once de Osorio y el de Rueda se llama Macnelly Torres.
Macnelly es el referente de este nuevo Nacional.
En
cuanto al juego ofensivo, no hay mucho que decir. Todos lo buscan y con razón.
Ayer, todas, o por lo menos la gran mayoría de las opciones del equipo salieron
de las botas del 10. Macnelly es el
mago encargado de convertir la cautela en peligro. Sin
embargo, y hay que decirlo, ayer se vio un equipo carente de variables
ofensivas. La postura conservadora de los laterales, junto con la tendencia
natural de Macnelly a jugar por el centro, centralizó el ataque verde. Nacional
insistió constantemente con el juego interior y, salvo un centro peligroso de
Copete, que casi termina en gol de Ruíz y otros escasos centros de Alcatraz
García, todas las ofensivas fueron por adentro. Para este Nacional las bandas
son una alternativa, no una obligación.
En
el equipo de Rueda todos deben cumplir en defensa, hasta el 10. En ese sentido
se vio a un Macnelly muy sacrificado, lo cual, tal vez, explique la falta de
creatividad. Acostumbrado a la libertad táctica, Macnelly gastó sus energías presionando
la salida del Medellín y cubriendo la espalda de los volantes externos,
especialmente la de Copete, que no fue tan solidario como el resto de sus
compañeros. Afilar la espada del 10, esa debería ser la asignatura pendiente de
Rueda.
Tres
partidos son pocos, el proceso apenas comienza. Buenas sensaciones, las hay,
cosas por corregir, también. Ya veremos qué pasa. La vara, por lo menos en lo
que se refiere a títulos, es muy alta.
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