domingo, 19 de julio de 2015

El nuevo Nacional

























Por: Martín Lleras
Twitter: @martinlleja


Más complejo que imponer una metodología de trabajo, es imponer una idea de juego, lograr que los jugadores interpreten y ejecuten sobre la cancha aquello que se imagina su entrenador. El primer gran reto de Reinaldo Rueda es, entonces, cambiar la idea de juego de un grupo que viene de un proceso largo y exitosísimo con Juan Carlos Osorio.  Aunque tres partidos, por supuesto, son pocos para hacer una radiografía detallada de lo que pretende hacer Rueda, ayer, contra Medellín, se hicieron evidentes algunos principios de juego que, parece, van a ser fundamentales en este nuevo Nacional.

El 4-4-2 y la obsesión por el orden

Rueda es un obseso del orden y a punta de orden se clasificó a dos mundiales, a uno de ellos con la discreta selección hondureña. No debe sorprender, entonces, que este Nacional sea un equipo cuya premisa táctica sea siempre, sin importar la fase del juego en que se encuentre, mantener el equilibrio. No debe entenderse esto como que la propuesta de Rueda es defensiva, nada que ver. El equipo de Rueda propone, quiere la pelota y le gusta pararse en campo contrario, todo esto, evitando cualquier tipo de riesgo que exceda lo que se considera necesario.

¿Cómo disminuir el riesgo? En primer lugar, jugando con una primera línea de cuatro fija, renunciando así, irremediablemente, a los laterales ultra-ofensivos de Osorio que, en una de cada tres jugadas de ataque, pisaban campo rival, llegaban hasta la línea final y tiraban el centro. La orden a los laterales es “no arriesguen”. En segundo lugar, jugando con dos volantes de marca claramente definidos. Y finalmente, asignándole a los dos volantes externos, los dos más adelantados, la tarea de referenciar permanentemente el paso de los laterales rivales.

Ayer este planteamiento fue evidente. Medellín, sobre todo en la segunda parte, intentó aprovechar, por medio de contragolpes, las ganas que tenía Nacional de romper el empate. Fueron varios los intentos,  pero en todos y cada uno de ellos Nacional fue rápido en la transición ataque-defensa y logró siempre superar en número a los atacantes rivales. Este Nacional canjeó la verticalidad inglesa por la seguridad italiana.   

La elaboración cautelosa desde atrás

Ojo!! Lo repito!! No es un Catenaccio, este Nacional propone y le gusta tener la pelota, pero no es tan vertical. Quizás el estilo de Rueda complazca al paladar de aquellos seguidores verdes que todavía no lograban acostumbrarse al sabor inglés de Osorio. Aquí hay más elaboración, más paciencia, más cautela y más pase en corto.

La posesión arranca desde atrás, desde los centrales, y es por eso que ayer los mejores tramos de Nacional fueron aquellos en los que Medellín no pudo mantener la presión alta y se vio obligado a dar un paso atrás. Con Medellín retraído se abrió el espacio para que la salida fuera en limpio (y en corto) con los laterales o con los volantes de marca, Bernal y Mejía, que siempre se mostraron como opción. Así fue el último tramo del primer tiempo y gran parte del segundo, con posesiones largas Nacional obligó a los volantes rojos a bascular y sólo cuando encontró el espacio claro (y seguro) se atrevió, generalmente por medio de Macnelly, a romper la última línea del Medellín.

Este es un Nacional más cauteloso, que se siente cómodo y, más importante, seguro con la pelota. Adiós al vértigo de Osorio, bienvenida la elaboración de Rueda y Macnelly.

La importancia de Macnelly

Además de cualquier distinción ideológica que se pueda hacer, la diferencia más tangible entre el once de Osorio y el de Rueda se llama Macnelly Torres. Macnelly es el referente de este nuevo Nacional.

En cuanto al juego ofensivo, no hay mucho que decir. Todos lo buscan y con razón. Ayer, todas, o por lo menos la gran mayoría de las opciones del equipo salieron de las botas del 10.   Macnelly es el mago encargado de convertir la cautela en peligro. Sin embargo, y hay que decirlo, ayer se vio un equipo carente de variables ofensivas. La postura conservadora de los laterales, junto con la tendencia natural de Macnelly a jugar por el centro, centralizó el ataque verde. Nacional insistió constantemente con el juego interior y, salvo un centro peligroso de Copete, que casi termina en gol de Ruíz y otros escasos centros de Alcatraz García, todas las ofensivas fueron por adentro. Para este Nacional las bandas son una alternativa, no una obligación.

En el equipo de Rueda todos deben cumplir en defensa, hasta el 10. En ese sentido se vio a un Macnelly muy sacrificado, lo cual, tal vez, explique la falta de creatividad. Acostumbrado a la libertad táctica, Macnelly gastó sus energías presionando la salida del Medellín y cubriendo la espalda de los volantes externos, especialmente la de Copete, que no fue tan solidario como el resto de sus compañeros. Afilar la espada del 10, esa debería ser la asignatura pendiente de Rueda.

Tres partidos son pocos, el proceso apenas comienza. Buenas sensaciones, las hay, cosas por corregir, también. Ya veremos qué pasa. La vara, por lo menos en lo que se refiere a títulos, es muy alta.

 



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