Por: Sebastián Nohra
Luis Enrique debe estar más que satisfecho con el debut en Liga de su
equipo. Ganar en San Mamés nunca es fácil, y menos si hace una semana
saliste goleado de ese estadio. El Barca superó una de las salidas más
complicadas del curso, mostró un buen ritmo competitivo y oficio para
gestionar las distintas etapas del partido.
El Athletic le propuso un partido muy similar a los dos anteriores: 4-4-2, con Beñat y Mikel Rico en el doble cinco, Sabina y Susaeta abiertos, Erazo de media punta y Aduriz de nueve. Esta vez, la presión no fue tan cerca de Bravo, Valverde propuso una telaraña de cinco volantes para bloquear el juego interior del Barcelona. Durante la mayoría del partido lo logró, pero tal fue su empeño por destuir y destruir, que se olvidó de construir y jugar. El Bilbao no existió en ataque ayer en la Catedral.
Por su lado, Luis Enrique salió con el 4-3-3 de siempre. Regresaba Jordi Alba al lateral izquierdo, ubicó a Rafihna de extremo izquierdo y confió en Vermaelen de central izquierdo por encima de Bartra. El Barca tuvo mucho control pero careció de profundidad y desequilibrio -ya explicaremos porqué-. La soledad de Suárez fue la postal del partido (y la del gol). Esto no lo sufre el delantero, sino el Barca. El ¨pistolero¨está acostumbrado a ganar batallas de caucheras contra cañones.
Los primeros 25 minutos fueron de cautela y observación. El Barcelona circulaba el balón en una enorme U conformada por Alba, Vermaelen, Busquets, Mascherano, Bravo y Alves. El balón iba y venía por esa enorme U sin superar lineas de presión ni desordenar al rival. Obviando la desgracia que supone no contar con Alves por tres semanas, su lesión le vino bien al equipo. En un mal movimiento, se resintió de su abductor derecho y tuvo que pedir el cambio.
Lo reemplazó Sergi Roberto: un canterano voluntarioso al que se lleva esperando tres años su valía para jugar en tamaño equipo. Sin uno a uno, sin último pase, sin gol y sin ser un portento físico, sus actuaciones bien sea de interior o de ancla, siempre habían sido intrascendentes. Hasta que ayer, Luis Enrique le encontró un lugar en el mundo; junto a Iniesta, Sergi Roberto fue el mejor jugador del partido. Incisivo, dinámico, doblando constantemente a Messi, ganando línea de fondo, marcando muy bien. Completísimo partido, que le permitió presentarse con carné de adulto y al Barca salir de la instrascendencia de los primeros 25 minutos.
Antes de acabarse el primer tiempo, Suárez le sacó a Elustondo un penalti dudoso. Cobró Messi y lo paró muy bien Iraizoz. Las jugadas de peligro eran muy pocas y un penalti había sido demasiado premio. Otra vez más, volvió a fallar Messi desde el punto blanco.
El segundo tiempo inició con la lesión de Balenziaga. De Marcos pasó al lateral izquierdo y se podía esperar a que Messi sacara provecho de ser marcado por un peor defensor. Nada de eso ocurrió. La posición de Rafihna -de zurdo en el extremo izquierdo- y su nefasto partido, sumado a la tendencia de Messi de retrasarse para darle aire y juego a un equipo que no podía salir, hicieron que el Barca no tuviera profundidad y dejara a Suárez solo contra cuatro.
El equipo se sostuvo en un Iniesta de un partido enorme. Toda su categoría para superar la presión de esos cinco volantes. Era el volante mas asertivo y lúcido. A su lado, el incansable Rakitic, logró encontrar a Jordi Alba con un buen cambio de orientación, el lateral centró de primera para Suárez y adentro. Por enésima vez, Luis Suárez demostrando que es ante todo, un delantero letal.
Diez minutos después, se lesionó Busquets y tuvo que entrar Bartra de central, y Mascherano pasar de pivote. El equipo cedió metros y control. El Bilbao con ganas y desorden trató de empatar. Disparó a Bravo por primera vez en el partido en el minuto 78. Messi tuvo más espacios para encarar. Firmó en el minuto 85, una jugada marca de la casa. Superó a tres y casi otro gol de goles.
Salió vivo el Barca de San Mamés, con tres puntos y dos pésimas noticias: las lesiones de Busquets y Alves. El técnico sabe que tiene las balas contadas. Una plantilla corta con bajas, lo cual, obligará a gestionar los minutos y los jugadores con pinzas y pulso de cirujano.
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