lunes, 31 de agosto de 2015

Hipocresía táctica

Por: Martín Lleras
Twitter: @martinlleja

Atlético Nacional le ganó por 2-0 a la Equidad y  pudo volver a la senda de la victoria. El 2-0, sin embargo, no refleja lo que fue el trámite del partido. El equipo  bogotano salió determinado a la cancha, se atrevió a mirar a los ojos al poderoso equipo paisa y de no ser por dos desatenciones defensivas en el ocaso del primer y el segundo tiempo, quizás hubiera podido  salir airoso del Atanasio Girardot. Los tres puntos fueron mucho premio para un Nacional que, a pesar de haber reconfigurado su dibujo táctico, todavía no logra convencer.

Nueve fechas tuvieron que pasar para que el técnico Reinaldo Rueda modificara la distribución táctica que adoptó desde su primer día al mando. El 4-4-1-1 habitual, que mutaba en un 4-2-3-1 con Macnelly Torres, Chará y Berrio por delante del doble pivote defensivo era un esquema hipócrita, que engañosamente sugería la posibilidad de un inexistente juego exterior. Aunque el planteamiento podría sugerirlo, lo cierto es que el juego por las bandas nunca ha sido opción para este Nacional. En el partido frente a La Equidad, en cambio, Rueda se quitó la máscara y fue frentero. Desde el  primer minuto macheteó las bandas y con un 4-2-2-2 dejó claro que su intención es y siempre ha sido darle prioridad al juego interior. Chará dejó de fingir que es extremo y se ubicó en el carril interior al lado de Macnelly, como en una especie de “doble 10”. Delante de ellos dos jugaron Duque y Luis Carlos Ruiz, ambos por el centro y evitando el despliegue a las bandas.

Once Caldas puso el precedente de cómo se le debe jugar a Nacional y La Equidad, como era de esperarse, apostó por un planteamiento muy similar: dos líneas de cuatro y dos hombres en punta para presionar en bloque la salida de los volantes de marca del equipo paisa. Tanto los manizalitas como los bogotanos entendieron que el truco está en poblar la autopista interior, en bloquearle la zona de lanzamiento a Torres y en ser un equipo corto, que disminuya el área de desmarque de los delanteros y que permita hacer una efectiva transición de defensa a ataque. Con la mitad de la cancha controlada, partiendo del hecho de que Nacional no tiene variantes exteriores, el riesgo de recibir un gol se reduce sustancialmente.

El partido arrancó con una presión alta y coordinada del visitante. Por el televisor se oían las órdenes de “Sachi” Escobar que, como si fuera un director de orquesta, marcaba los tiempos en que sus dos delanteros debían iniciar la presión. Nacional fue fiel a su estilo y por medio de Chará y Torres intentó, sin éxito, desorganizar a la línea de volantes del visitante. Para destacar la tarea de Motta y Blanco, que aunque intentaban proponer en ataque, volvían siempre raudos para pasar la línea del balón. Las opciones más claras fueron un par de tiros de media distancia, método al que ya nos tiene acostumbrados este Nacional y que parece ser una reacción a la falta de creatividad y volumen ofensivo.

El visitante, por su lado, ofendía al local por medio de contragolpes rápidos que ponían a sufrir a Nájera y Henríquez, dos centrales a los que en los últimos partidos se les ha dejado en evidencia. Ambos se ven lentos y torpes, llegan tarde a los cierres y pecan de “patabrava”. En dos ocasiones Wason Rentería acostó a Nájera y pudo haber adelantado a la Equidad. Henríquez, a pesar de haber estado muy errático, aprovechó un error defensivo de la Equidad y, tras un centre de Chará, adelantó a Nacional a falta de tres minutos para el final del primer tiempo. Así es el fútbol: de instantes.

El segundo tiempo, la Equidad dejó de ser el equipo corto que había sido y, en su intento por igualar el marcador, le dio espacios a un Nacional, que, sin mucha elaboración, se dedicó a tirarle balones largos a Jefferson Duque. Duque demostró, una vez más, que es un delantero guapo y capaz de hacer mucho con muy poco. Él solito hace que Nacional parezca peligroso.

Los minutos pasaron y el 1-0 se hizo un resultado apetecible para Rueda. El vallecaucano hizo sus variantes, sacó a Ruiz, a Torres y a Chará y le dio ingreso a Berrio, Valencia y Sánchez. Quizás sin quererlo el técnico Rueda, en los últimos minutos, configuró un Nacional más parecido al de Osorio, con convicción para aprovechar las autopistas exteriores. Berrio y Valencia abrieron la cancha y, así mismo, Díaz y “Alcatraz” García, los laterales, se atrevieron a pasar al ataque. El juego se trasladó a las bandas y se vio a un Nacional más peligroso y versátil. Precisamente de un centro desde el costado derecho nació el 2-0 definitivo.

Al final ganó Nacional, pero lo hizo sin ser  convincente. El planteamiento de Rueda dejó de ser hipócrita y  la ocupación del terreno y el detalle de prescindir de un extremo nato como Berrio hicieron explícita la apuesta del técnico. El juego exterior parece estar completamente descartado, sin embargo no deja de llamar la atención lo peligroso que fue Nacional cuando ya Macnelly y Chará no estaban en cancha y el juego se concentró en las bandas. Al final, tal vez la hipocresía sea un buen comienzo, después de todo, como dijo Göbbels, "una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad".

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