Por: Martín Lleras
Twitter: @martinlleja
Atlético
Nacional le ganó por 2-0 a la Equidad y pudo volver a la senda de la victoria. El 2-0,
sin embargo, no refleja lo que fue el trámite del partido. El equipo bogotano salió determinado a la cancha, se
atrevió a mirar a los ojos al poderoso equipo paisa y de no ser por dos
desatenciones defensivas en el ocaso del primer y el segundo tiempo, quizás hubiera podido salir airoso del Atanasio
Girardot. Los tres puntos fueron mucho premio para un Nacional que, a pesar de
haber reconfigurado su dibujo táctico, todavía no logra convencer.
Nueve
fechas tuvieron que pasar para que el técnico Reinaldo Rueda modificara la distribución táctica que adoptó desde su
primer día al mando. El 4-4-1-1 habitual, que mutaba en un 4-2-3-1 con Macnelly
Torres, Chará y Berrio por delante del doble pivote defensivo era un esquema
hipócrita, que engañosamente sugería la posibilidad de un inexistente juego
exterior. Aunque el planteamiento podría sugerirlo, lo cierto es que el juego por las bandas nunca ha sido opción para este Nacional. En el partido frente a La Equidad, en cambio, Rueda se quitó la máscara
y fue frentero. Desde el primer minuto macheteó
las bandas y con un 4-2-2-2 dejó claro que su intención es y siempre ha sido darle
prioridad al juego interior. Chará dejó de fingir que es extremo y se ubicó en
el carril interior al lado de Macnelly, como en una especie de “doble 10”.
Delante de ellos dos jugaron Duque y Luis Carlos Ruiz, ambos por el centro y
evitando el despliegue a las bandas.
Once
Caldas puso el precedente de cómo se le debe jugar a Nacional y La Equidad, como
era de esperarse, apostó por un planteamiento muy similar: dos líneas de cuatro
y dos hombres en punta para presionar en bloque la salida de los volantes de
marca del equipo paisa. Tanto los manizalitas como los bogotanos entendieron
que el truco está en poblar la autopista interior, en bloquearle la zona de
lanzamiento a Torres y en ser un equipo corto, que disminuya el área de
desmarque de los delanteros y que permita hacer una efectiva transición de
defensa a ataque. Con la mitad de la cancha controlada, partiendo del hecho de
que Nacional no tiene variantes exteriores, el riesgo de recibir un gol se
reduce sustancialmente.
El
partido arrancó con una presión alta y coordinada del visitante. Por el
televisor se oían las órdenes de “Sachi” Escobar que, como si fuera un director
de orquesta, marcaba los tiempos en que sus dos delanteros debían iniciar la
presión. Nacional fue fiel a su estilo y por medio de Chará y Torres intentó,
sin éxito, desorganizar a la línea de volantes del visitante. Para destacar la
tarea de Motta y Blanco, que aunque intentaban proponer en ataque, volvían
siempre raudos para pasar la línea del balón. Las opciones más claras fueron un
par de tiros de media distancia, método al que ya nos tiene acostumbrados este
Nacional y que parece ser una reacción a la falta de creatividad y volumen
ofensivo.
El
visitante, por su lado, ofendía al local por medio de contragolpes rápidos que
ponían a sufrir a Nájera y Henríquez, dos centrales a los que en los últimos
partidos se les ha dejado en evidencia. Ambos se ven lentos y torpes, llegan
tarde a los cierres y pecan de “patabrava”. En dos ocasiones Wason Rentería
acostó a Nájera y pudo haber adelantado a la Equidad. Henríquez, a pesar de
haber estado muy errático, aprovechó un error defensivo de la Equidad y, tras
un centre de Chará, adelantó a Nacional a falta de tres minutos para el final
del primer tiempo. Así es el fútbol: de instantes.
El
segundo tiempo, la Equidad dejó de ser el equipo corto que había sido y, en su
intento por igualar el marcador, le dio espacios a un Nacional, que, sin mucha
elaboración, se dedicó a tirarle balones largos a Jefferson Duque. Duque
demostró, una vez más, que es un delantero guapo y capaz de hacer mucho con muy
poco. Él solito hace que Nacional parezca peligroso.
Los
minutos pasaron y el 1-0 se hizo un resultado apetecible para Rueda. El
vallecaucano hizo sus variantes, sacó a Ruiz, a Torres y a Chará y le dio
ingreso a Berrio, Valencia y Sánchez. Quizás sin quererlo el técnico Rueda, en
los últimos minutos, configuró un Nacional más parecido al de Osorio, con
convicción para aprovechar las autopistas exteriores. Berrio y Valencia
abrieron la cancha y, así mismo, Díaz y “Alcatraz” García, los laterales, se
atrevieron a pasar al ataque. El juego se trasladó a las bandas y se vio a un Nacional
más peligroso y versátil. Precisamente de un centro desde el costado derecho
nació el 2-0 definitivo.
Al
final ganó Nacional, pero lo hizo sin ser convincente. El planteamiento de
Rueda dejó de ser hipócrita y la
ocupación del terreno y el detalle de prescindir de un extremo nato como Berrio
hicieron explícita la apuesta del técnico. El juego exterior
parece estar completamente descartado, sin embargo no deja de llamar la
atención lo peligroso que fue Nacional cuando ya Macnelly y Chará no estaban en
cancha y el juego se concentró en las bandas. Al final, tal vez la hipocresía sea un buen comienzo, después de todo, como dijo Göbbels, "una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad".
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