El fixture del fútbol argentino es caprichoso y
definió que Boca se enfrentaría a San Lorenzo y River Plate en las fechas 23 y
24, respectivamente. Dos clásicos, con sólo una semana de diferencia y con el
agravante que son el co-líder y el escolta. Ante este panorama, la fecha 22 se
mostraba determinante de cara a las aspiraciones del Xeneize por salir campeón,
y la visita a La Plata para enfrentar a Gimansia iba a ser todo menos un
trámite.
Arruabarrena puso en cancha un equipo con el esquema
que le viene dando resultados, 4-3-1-2, pero diferentes intérpretes. Para
recalcar, el ingreso de Lodeiro por Palacios, pues era una clara señal de lo
que el Vasco buscaba en el Bosque: circulación de pelota y dominio del juego,
aunque esto significara menos vértigo en zona de ataque. Los dirigidos por
Pedro Troglio, que durante el torneo siempre fueron fuertes en casa, saltaron
al campo con el habitual 4-2-3-1 y la intención de atacar a Boca, conscientes
de sus flaquezas atrás.
Los primeros minutos de partido se mostraron
intensos, por lado y lado, pues Boca intentaba controlar el partido con sus
mediocampistas y Gimnasia no lo permitía cortando con faltas lejos de su área.
El partido se fue calentando por tantos roces y en el minuto 21 Óliver Benítez
perdió la cabeza: en una durísima entrada sobre Andrés Cubas vio la roja
directa y acabó con el planteo táctico del local. Por necesidad, Troglio
dispuso el ingreso de Bonifacio por Brum, sacrificando uno de sus volantes
centrales para ocupar el puesto del lateral expulsado. Con espacios Boca pudo
atacar más, algunas aproximaciones de Tévez con remates de afuera mostraron la
habilidad del portero Navarro. A pesar de la superioridad numérica, los
Xeneizes no pudieron vulnerar a Gimnasia, yendo así al descanso.
Para la segunda mitad el Vasco salió por todo, a
atacar decididamente a Gimnasia, por lo que sacó a Cubas y metió a Palacios. La
idea parecía atrevida, pero en la realidad le terminó costando. Fueron
necesarios dos minutos del complemento para que Mendoza, con un exquisito pase
a la espalda de Tobio, habilitara a Mazzola y lo dejara de frente contra Orión.
El delantero adelantó la pelota, dejó al arquero en el camino y definió contra
el arco vacío. 1-0, tranquilidad para el local y nerviosismo para el visitante.
Boca había recibido un duro golpe, pero iba a empeorar. Tres minutos después Calleri,
en una chiquilinada, se dejó sacar del partido y le dio un codazo en el pecho a
Barsottini. El árbitro expulsó al delantero, como correspondía, y dejó a Boca
al borde del KO.
Fue la fortuna, y no otra cosa, la que permitió a
Boca igualar el marcador. Un remate sin dirección de Gago se desvió entre las
piernas de los defensores de Gimnasia, dejando una pelota muerta en el área a
disposición de Lodeiro. Con un firme remate, cruzado, el uruguayo anotó su
segundo tanto en el torneo y le dio vida a un equipo que parecía desplomarse. Quedaba
poco más de media hora de partido y la consigna era una: ganar como sea.
En una decisión inentendible, Arruabarrena sacó en
el minuto 61 a Lodeiro e ingresó a Betancur. El juvenil quedó con la
responsabilidad de generar juego y ayudar a crear situaciones de gol. No fue
así. Boca se adelantó como pudo, con mucho ímpetu pero sin una idea clara,
hasta que el partido le dio una nueva oportunidad. En una nueva salida de
casillas Matías Coronel le entró brutalmente a Peruzzi, con los taches sobre la
espinilla del lateral, viendo una nueva tarjeta roja. Diez contra nueve, el
partido se inclinó hacia el lado de Boca, Orión fue un espectador más pues el
local no tuvo otro remedio que defenderse cerca de su arco. En el 77 el Vasco
quemó las naves, sacó a Pablo Pérez e ingresó un nuevo delantero, esta vez,
Andrés Chávez.
Descontrol total, Boca atacaba por todos los frentes
y Gimnasia salía de contra, golpe por golpe, aunque con nueve jugadores los
locales estuvieron más preocupados por llevarse un punto que tres. Mientras que
el trámite del partido hacía creer que podía pasar cualquier cosa, los pocos
minutos que quedaban en el cronómetro decantaban el partido hacia un empate que
no dejaba contentos a los visitantes. Y fue el tiempo, eso que no quedaba en el
partido, lo que le iba a dar la razón a Arruabarrena.
Con
tiempo cumplido y cinco minutos de adición, una escapada por derecha de
Palacios terminó en un remate-centro que conectó el Comandante Chávez
debajo del arco. 1-2, victoria y tres puntos vitales para encarar las
dos finales que se vienen.
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