Por: Martín Lleras Jacobsen
Twitter: @martinlleja
El
partido arrancó con sorpresa. A los tres minutos, cuando los jugadores apenas
se estaban ubicando en la cancha, un cobro a riesgo provocó un error de la
última línea de Nacional y el lateral izquierdo, Nelino Tapia, aprovechó para quedar
mano a mano con Camilo Vargas. El arquero bogotano salió en falso y rozó al
jugador de Uniautónoma, que, con la viveza que exige el fútbol suramericano, se
dejó caer. Penalti y gol, un gol que rompió la imbatibilidad de Nacional en
Liga Águila. Ni en sus más plácidos sueños pensaba
Giovanni Hernández en la posibilidad de adelantarse en el marcador a los cinco
minutos. Si para los de Hernández el 0-0 ya era ganancia suficiente, el 1-0 de
arranque legitimaba aún más el planteamiento cauteloso del colero de la
tabla.
Nacional,
en cambio, viajó a Barranquilla con la obligación de ganar y reafirmar lo mostrado frente al Pasto.
Reinaldo Rueda salió con un once casi idéntico al que jugó hace dos semanas en
Medellín, siendo la única variante la vuelta de Bocanegra al lateral derecho.
La consigna ofensiva también fue la misma que frente al Pasto: apropiarse de la
posesión y buscar a Macnelly Torres detrás de los volantes de contención
rivales. El primer marcador adverso en lo que va de la Liga, en principio, no
parecía ser capaz de derrumbar ni la paciencia ni el orden defensivo, los dos
valores fundamentales de este -ya no tan nuevo- Nacional.
El
planteamiento de Uniautónoma, sin embargo, no fue el del Pasto. Hernández, que
con seguridad se repitió el partido contra Pasto un par de veces, pobló la
mitad de la cancha con cinco volantes obligados a pasar siempre la línea del
balón y le asignó a José “El Ringo” Amaya la tarea de referenciar
permanentemente a Torres. De esta manera, el técnico vallecaucano logró
entorpecer el juego interior de los paisas y le impidió a Macnelly recibir el
balón en tres cuartos de cancha, zona desde la cual el volante barranquillero
aniquiló a los pastusos.
A
diferencia de los partidos anteriores, en los que los laterales eran cautelosos
y una salida simultánea era impensable, ayer, Bocanegra y Díaz mostraron una
mayor iniciativa ofensiva. Sin embargo, aunque ambos se ofrecieron más, sus
compañeros escasamente supieron hacerlos participes del juego ofensivo. Es
claro que el circuito natural de ataque de Nacional es por adentro y esto, en
partidos como el de ayer, se presenta como una gran limitación. Con el juego interior bloqueado y sin la
precisión habitual de Bernal y Mejía, Nacional se vio obligado a recurrir al
pelotazo y a la media distancia. De hecho, el gol del empate, en el minuto 30,
llegó desde lejos por medio de un misil de Bernal contra el que nada pudo hacer
el arquero López. Un golazo de otro partido que le traía tranquilidad a Nacional.
Ya
con el partido empatado, en el segundo tiempo esperábamos a un Nacional más
tranquilo, capaz de, a punta de paciencia, perforar la trinchera de una
Universidad Autónoma conformada y cautelosa. No obstante, Nacional se llevó una
sorpresa. Uniautónoma, aunque cautelosa y precavida, fue veloz en sus transiciones
defensa-ataque, aprovechó las desatenciones de una defensa desorganizada y, de no ser porque estuvo imprecisa en la definición, en los
primeros treinta minutos del segundo tiempo, pudo haber ampliado el marcador.
Lo
mejorcito de Nacional se vio en el ocaso del partido. En el minuto 75, cuando Uniautónoma se
empezaba a conformar con el empate, Rueda hizo algo que desde su llegada a
Medellín no se le había visto hacer. Ante la falta de gol sacrificó el orden por el vértigo sacando a Mejía, un volante de marca, y dándole ingreso a Luis
Carlos Ruiz, un delantero. El cambio táctico dio resultado, pues a partir de ahí Nacional inclinó la cancha a su favor. El
recién ingresado Ruiz se tiró por izquierda, Guerra –que había entrado por
Berrio- pasó a jugar de enganche y Macnelly se retrasó unos metros para ganar
espacio y poder buscar en largo a Duque y a Chará, que en los últimos minutos
se perdió dos opciones clarísimas. Nacional lo intentó, pero no fue suficiente y el
partido terminó en tablas.
El
empate, claramente, no es un resultado favorable para Nacional. El partido dejó
en el aire el liderato y, además, puso en entredicho su versatilidad ofensiva.
Si Macnelly no está en su día, entonces las variables ofensivas se reducen a la
media distancia y no mucho más. ¿Qué pasa con el juego exterior?, ¿por qué no
es una opción? Imposible no hacerse estas preguntas, sobre todo si en la nómina
hay jugadores como Bocanegra, que, con Osorio, nos tenían acostumbrados a
cabalgar incansablemente por las bandas.
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