lunes, 14 de septiembre de 2015

Muestra de carácter


 Por: Sebastián Pachón

 

El fútbol da revancha. A una semana de haber perdido el liderato contra San Lorenzo, en un partido atípico por donde se le mire, los Xeneizes encaraban un nuevo Superclásico del fútbol argentino. Un día antes, los de Boedo habían perdido 0-1 contra Huracán y, de Boca ganarle a River, recuperaría la punta del torneo. Boca saltó al campo con Orión; Peruzzi, Tobio, Díaz, Monzón; Meli, Erbes, Gago; Betancur; Palacios y Tévez. Muchos cambios respecto al partido pasado, pues Tévez y Gago volvieron de su convocatoria a la Selección Argentina y Mozón y Meli ingresaron por los lesionados Colazo y Pérez, respectivamente.

River Plate, que tras su título en Copa Libertadores no había sumado muchos puntos en el campeonato local, recibía a Boca con el siguiente equipo: Barovero; Mercado, Mammana, Álvarez Balanta y Casco; Sánchez, Kranevitter, Ponzio, Martínez; Mora y Alario. Cabe resaltar que, de aquella defensa sólida con la que ganaron todo, sólo pudieron presentar a Mercado, pues Maidana y Vangioni estaban lesionados y Funes Mori fue vendido al fútbol inglés.

Los estudios médicos que se realizará mañana Fernando Gago nos dejarán saber la gravedad de su lesión. Es que a los 24 segundos de haber iniciado el encuentro, el volante central sintió un fuerte tirón en su talón de Aquiles y tuvo que abandonar el campo de juego. Frases hechas como “los clásicos son partidos aparte” o “cada clásico es diferente a los demás” salieron a relucir antes del minuto de juego. La lesión de Gago obligó a Arruabarrena a hacer un cambio tempranero, pero decidió apostar por la misma idea: control de pelota y juego en el medio campo. Con base en esto, el elegido para ingresar fue Nicolás Lodeiro, quien partido a partido demuestra con creces lo bien que le hace al equipo su participación.

La primera mitad del partido fue toda de Boca. En defensa, con mucha presión y despliegue, el equipo del Vasco incomodó muchísimo a los locales, quienes no encontraron nunca espacios para salir jugando y abrir la cancha con Martínez y Sánchez. Ponzio y Kranevitter no lograban dar el “primer pase” para romper líneas de Boca, por lo que Alario y Mora fueron dos espectadores en los primeros 45 minutos. En ataque, Boca no utilizó los caminos de siempre, pues el rival no le iba a entregar la pelota para luego salir de contra, como sí lo hizo San Lorenzo. Peruzzi no pudo pasar al ataque como de costumbre, priorizando la marca sobre Martínez. Ante este panorama, el ataque fue por el centro, con Lodeiro buscando la pelota a la espalda de los volantes centrales de River. Ahí se armó el partido.

Boca logró hacerse profundo con el paso de los minutos. Barovero no era figura aunque River cada vez defendía más cerca de su arco. A los 19 minutos Tobio, con un pase largo desde campo propio, buscó a Palacios, que le ganó la espalda a Álvarez Balanta y habilitó a Tévez para que quedara de frente al arco. El Apache intentó sacarse de encima al arquero, pero éste respondió bien aunque dejó un rebote en el centro del área. Lodeiro, acompañando la jugada, le rompió el arco a Barovero y puso el 0-1. Júbilo en La Boca, pues se adelantaba en el marcador y se ponía momentáneamente como único líder del campeonato.

La segunda mitad fue muy diferente a la primera. Boca se retrasó unos metros en el campo y le cedió la posesión al rival. El orden era la prioridad número uno. A pesar de tener la pelota, los ataques del local no eran claros ni efectivos, porque el medio campo Xeneize se mostró muy sólido siempre, cerrando los caminos por abajo. En una de las pocas opciones de toda la noche,  Lucho González  desbordó hasta línea de fondo y tiró un preciso centro a la cabeza de Alario, quien remató con fuerza pero Orión respondió bien. River atacaba con más ganas que ideas, juntando muchos hombres en ataque y rompiendo al equipo en la mitad. Esto lo vio Arruabarrena y ordenó el ingreso de Chávez por Palacios, un velocista por otro, preparado para salir de contra en cualquier momento. El trámite del partido continuó de la misma manera, con un River sin claridad y un Boca que esperaba ordenado y amenazaba con Tévez y Chávez de contrataque.

Los minutos se acabaron, no pasó mucho más en el partido, y Darío Herrera decretó el final. Si bien el triunfo no sana las heridas de los cruces por torneos internacionales, es un empujón anímico muy importante para la recta final. El equipo logró responder a una prueba difícil, ante el rival de toda la vida, una asignatura pendiente del equipo del Vasco y la muestra de carácter que pedía la hinchada desde hace tiempo. Se viene un final de campeonato intenso, pero el panorama es alentador: el único que depende de sí mismo es el equipo de La Ribera.

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