lunes, 7 de septiembre de 2015

¡No fue una sorpresa!























Por: Martín Lleras
Twitter: @martinlleja

Hablar de sorpresa sería mentiroso e injusto. Injusto con Medellín, que fue superior, que jugó un magnifico segundo tiempo y que, con la victoria sobre su rival de patio, escaló al segundo puesto de la tabla. Mentiroso, porque teniendo en cuenta lo poco que ha demostrado Nacional en los últimos partidos, ninguna derrota, frente a Medellín o a cualquier otro equipo, puede ni debe ser interpretada como sorpresiva. En el clásico del pasado sábado primó la lógica: Nacional perdió porque fue un equipo tímido e inofensivo, que, cuando se puso abajo en el marcador, fue incapaz de buscar variantes claras hacía el gol.

Antes de arrancar el partido, la gran incógnita era la solución táctica que Rueda le iba a dar a la ausencia de Macnelly Torres y Alexander Mejía, ambos concentrados con la Selección Colombia. Incógnita que se resolvió a los diez segundos de iniciado el partido. Con Rueda las sorpresas tácticas no existen y desde el principio vimos el mismo 4-2-2-2 que frente a la Equidad. El técnico apostó por un “hombre por hombre”, Davinson Sánchez hizo de Mejía y Yimmí Chará hizo de Macnelly Torres. A Chará lo acompañó Yulían Mejía en el mediocampo ofensivo y en punta jugaron Duque y Berrio. Por enésima vez se vio un Nacional sin extremos.

Medellín, local por calendario, salió con un planteamiento ofensivo, cuyas principales novedades fueron Luis Tipton, que remplazó a Frank Fabra –convocado por Pékerman–  y Ángelo Rodríguez, sustituyendo al lesionado Caicedo. En defensa, los rojos formaron un 4-4-1-1, con Moreno y Torres en el doble pivote defensivo, Helchalar y Arias por las bandas, Marrugo suelto y Rodríguez en punta. En la transición defensa-ataque, Medellín procuró cambiar su esquema a un 4-2-1-3 adelantando y pegando a las bandas a Arias y a Helchalar. Marrugo, arrancando desde atrás, fue el encargado de proponer e impulsar la transición ofensiva.

El primer tiempo fue un monumento al orden, al equilibrio defensivo y a la ocupación de espacios. Ambos equipos, cautelosos, emplearon todos sus esfuerzos presionando y oficiando superioridad numérica en todas las escasas acciones ofensivas del rival. Allí donde uno de Medellín tenía la pelota,  llegaban dos o tres hombres de Nacional a presionar y viceversa.  De media distancia, el mecanismo favorito de Nacional, se dieron las pocas y abstractas opciones de gol.

Nacional mostró lo mismo y único que viene mostrando: un juego interior, que a falta de Macnelly, esta vez, estuvo liderado por Chará. El vallecaucano se movió por todo el mediocampo, pero fue incapaz de encontrar socios que le ayudarán a tejer hacia delante. A Mejía se le vio incómodo con el movimiento y la omnipresencia de Chará. En repetidas ocasiones se les vio pegados, anulándose entre ellos las opciones de pase. Las bandas de García y Díaz estuvieron, otra vez, taponadas, no por virtudes rivales, sino por propia idea de juego.

En el segundo tiempo, Medellín salió con una mayor disposición ofensiva y, al minuto de juego, Marrugo aprovechó un pivote perfecto de Ángelo Rodríguez, regó a Henríquez y la puso en el ángulo derecho inferior del arco de Armani. Con el 1-0 a favor y  la tranquilidad de ir arriba en el marcador, Medellín sacó a relucir su mejor fútbol, jugó fluido y supo ofender al “visitante”. La entrada, primero, de Pajoy, que le dio claridad a la zona de gestación  y despues de Micolta, que entró como una moto, inclinaron el juego hacia el arco de Nacional.

Tras el tempranero gol de Medellín, Rueda hizo un movimiento que ya se le había visto en el partido frente al Once Caldas. Sacó a Davinson Sánchez por “Manga” Escobar, un jugador de corte ofensivo, y dejó al equipo con un único volante de marca. Esta maniobra le salió mal al dt, puesto que le  abrió espacios a los volantes rivales y obligó a Chará a alejarse del área rival para hacer de volante de marca provisional. Finalmente y ya dando gritos de ahogado, corrió el riesgo de poner a cabalgar a Juan David Valencia por la banda izquierda. La entrada del lateral paisa le dio peso ofensivo al equipo, pero no fue suficiente para conseguir el gol del empate. ¿Por qué Nacional sólo arriesga cuando el partido está perdido?

Ha pasado exactamente un mes desde aquella victoria frente al Pasto, la última demostración de contundencia y buen fútbol que ha dado el equipo de Reinaldo Rueda. Algunos, los resultadistas, dirán que Nacional  ha ganado cinco de nueve partidos, que se encuentra entre los ocho y que, con seguridad, va a clasificar. Y es verdad. Igual de verdadero es, sin embargo, que volvió a perder el sábado y que, exceptuando aquel 4-0 frente al Pasto, ha sido un equipo plano, que a parte de los resultados –unos buenos y otros malos–, provoca más bostezos que emociones. Es pronto para pensar en la guillotina, claro está, pues en diez fechas no se consolida ningún proyecto serio, no obstante, en una liga tan fugaz y rapáz como la colombiana, quizás sí sea el momento de prender las alarmas y tomar una postura auto-crítica.

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