miércoles, 21 de octubre de 2015

Dos equipos con el freno de mano




Por: Sebastián Nohra


El colorido y la puesta en escena eran inmejorables. Las lineas del prólogo, invitaban a esperar un partido encantador. Por un lado, un equipo invicto que llegaba jugando realmente bien, ahondando en la pelota como eje de su juego y con ganas de empezar a tallar por fin su historia en Europa, tratando de mirar a los ojos a los grandes. Por otro lado, un equipo lleno de bajas sensibles, con más resultados que juego y con el único objetivo de conservar el primer puesto. Con dos titanes luchando por el liderato y tanto talento en cada lado, no esperábamos un partido tan decepcionante.

El PSG sin David Luiz que era baja por lesión, puso lo mejor que tenía. Un 4-3-3 con un medio campo con tanto músculo como creatividad, laterales con buena salida y tres delanteros de lujo. Enfrentando a un rival sin cinco titulares y con el impulso del buen juego era la oportunidad perfecta para apostar por una emboscada en El Parque De Los Príncipes. Pero Blanc no lo quiso así. Fue cauto y calculador. Ayer Benitez nos ayudó a recordar la frase que mejor define al PSG: un equipo poderoso ante los débiles, pero débil ante los poderosos.

La versión 3.0 de Blanc en Paris trata de acercarse al juego de posición. Después de Barcelona y Bayern, el PSG se suma -tímidamente por ahora- a la práctica del modelo. Jugando en una liga que le queda pequeña, no es suficiente para saber la eficacia del plan de Blanc. Ayer, no logró desequilibrio ni superioridades ante los cinco volantes que el Madrid le planteó.

Sin Bale y Benzema, Benitez paró un equipo de volantes. 4-4-1-1 o 4-5-1 en repliegue. Jesé y Vázquez abiertos, Kroos y Casemiro en el doble-cinco, Isco delante de ellos y Cristiano en punta. La presión de los volantes fue coordinada y enérgica. Verrati, Motta y Matuidi, nunca pudieron penetrar balones a las espaldas de los volantes. La posesión del balón era inofensiva e insulsa. Nos recordó el PSG al Barcelona de Martino: el balón para defenderse y no para herir.

Mientras tanto el Madrid defendía muy bien y atacaba por izquierda con Jesé y su arma hoy en día más interesante: Marcelo. El brasileño es una maravilla; indescifrable, talentoso, incisivo, viene con todo el menú. Es un lateral con alma de mediapunta. Sus centros y repertorio de amagos fue lo mejor del Madrid en el primer tiempo, junto con un Kroos dueño de la mitad de la cancha. El alemán estuvo muy preciso en corto y en largo, ambos aspectos que se le venían cuestionando.

El temor de los dos entrenadores por las transiciones rápidas y los contragolpes era evidente. Ninguno encontró espacio para correr. Las posesiones eran largas y horizontales. Desde su estilo los dos equipos jugaron con el freno de mano. El temor a perder pudo con la ambición de ganar. Al final del primer tiempo, el Madrid se sintió fuerte y apretó bien arriba. Consiguió varios tiros de esquina y en un excelente pase de Kroos a Jesé pudo irse arriba.

La pálida presentación del PSG se explica en gran parte por la pésima noche de sus tres delanteros. Desacertados con balón y apáticos en la presión. Cavani no es ni será jamás extremo. Correrlo a la raya es limitarlo y contra los grandes se nota mucho. Lo de Zlatan y Di María fue como menos curioso. El sueco se salió muchas veces de su zona para tocar balón. Pero nunca generó nada, no pudo nunca contra un gran Varane. Y lo de Di María fue una exhibición de malas entregas.

En el segundo tiempo, el Madrid acusó el desgaste y bajo líneas seguramente por orden de Benítez. Sacar un punto del Parque De Los Príncipes con tantas bajas era un excelente resultado. Sin rastro del equipo poderoso en el último cuarto, Blanc metió a Pastore y Lucas por Cavani y Di María. Pastore de falso extremo para volantear y Lucas en el puesto de Di María, que en el primer balón desequilibró más que el argentino en toda la noche. La posesión siguió siendo igual de inofensiva. Nunca dio la sensación el PSG de poderlo ganar. En cambio, el Madrid sí lo pudo ganar en un gran contragolpe que Cristiano no supo aprovechar.

Benítez continuó con su plan. Cheryshev por Jesé -mantener desborde- Modric por Isco -mantener un mediapunta-. El orden de los cinco volantes para tapar pasillos interiores siguió funcionando muy bien. Los volantes del PSG nunca cambiaron de partitura y se pegaron todo el partido a la ortodoxia de la pizarra.

Se espera un partido más abierto en el Bernabeu, con delanteros mas picantes y peligrosos en el uno a uno. Esperamos que Blanc y Benítez dejen de sacar pecho de manejar equipos ofensivos y acusar al rival de especulador. Contra el Elche y el Nantes ya sabemos que saldrán a atacar. En los días grandes es cuando se ve el pulso del valiente.




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