lunes, 15 de febrero de 2016

“Empieza una nueva historia”

Por: Felipe Maldonado



Después de 66 años Millonarios ha dejado de ser el equipo más veces campeón de Colombia. Un duro golpe en el orgullo para una de las hinchadas más grandes y tradicionales del país. Un golpe a la autoestima de una hinchada enamorada de la historia de su club, amante de las leyendas que engrandecieron el escudo y que ahora se encuentra en un limbo entre el dolor y la ilusión.

Además del sufrimiento colectivo que supone llegar al desconocido segundo lugar, el impacto del acontecimiento va mucho más allá del orgullo de una hinchada. Para el club y por ende para la marca significa una pérdida de identidad, agravada por la insistencia con el slogan de “El más veces campeón”; frase que sirvió de escudo durante muchos años ante tantos fracasos deportivos.

Aparentemente faltó estrategia en el manejo de la marca, donde los esfuerzos debieron estar dirigidos, por ejemplo, al orgullo que representa ser hincha de Millonarios. Conceptos como este deben estar por encima de la condición de “el más veces campeón”, la cual no es nada más que una leyenda de carácter pasajero, como quedó demostrado. Así se debió haber interpretado desde la administración años atrás, momento en que Atlético Nacional comenzaba su frenesí campeón e incluso cuando América en 2008 conseguía su estrella número 13.

Lo cierto es que la reestructuración administrativa del club en el 2011 y la todavía reciente disputa por el poder accionario de Millonarios, desestabilizaron cualquier posibilidad de planificación estratégica. Todo a pesar del título de 2012, cuando por fin parecía se encontraba cierta estabilidad. Para un club, como lo es para cualquier organización, la planificación debe ser uno de los ejes centrales de la gestión. Planificación deportiva, financiera y comercial principalmente, lo cual implica anticiparse a los eventuales escenarios para poder proyectar alternativas y soluciones que puedan potenciar la institución en todos los aspectos.  

Para Millonarios es tiempo de cambiar, de absorber el golpe y aceptarlo como la gran oportunidad para mejorar. La gestión deportiva que se hizo para diseñar el plantel de este año es un mensaje de las intenciones que se tienen para el presente y futuro inmediato. Más allá de los nombres de los jugadores -donde puede haber discrepancias- en Millonarios hubo una clara planificación deportiva. Se conformó una base de futbolistas con proyección, teniendo en cuenta características para el esquema como funcionalidad y habilidad, reformando la plantilla con mínimo 2 jugadores por posición. Además se analizaron variables tan importantes como edad (donde se bajó el promedio de 28 a 26 años), experiencia, con jugadores con más de 200 partidos en primera como Jonathan Estrada, y sobre todo hambre de gloria, característica que realmente podrá ser juzgada en el transcurso del campeonato. Se destaca también el esfuerzo en la renovación del uruguayo Nicolás Vikonis y Deiver Machado, probablemente uno de los mejores proyectos de futbolista en Colombia.

En total 12 jugadores nuevos más la promoción del juvenil Harold Mosquera, reciente goleador del campeonato nacional sub-20. Seguramente pasarán días y partidos para que el equipo encuentre un estilo de juego, sobre todo en ataque, sabiendo que la sincronización de los movimientos entre los nuevos jugadores es algo que no se consigue con la presteza que los hinchas exigen. Con esta nómina Millonarios aspira a pelear el título -en cuanto al juego hoy es algo prematuro de predecir- pero es sobre todo, una base donde se puede partir para construir un equipo cada vez más competitivo en un corto plazo.


Así debe empezar una nueva historia, como bien lo pensó Adidas con el copy para esta nueva campaña y que sirve de título de este escrito. Desde la parte comercial y de mercadeo existe el desafío de renovar la marca, una de las más poderosas del país en el sector deportivo. La gente está ilusionada, encontrando la salida del trance que genera perder una identidad que no pudo ser eterna. Es momento de comunicar esa identidad que sí puede ser infinita –y que siempre ha existido- que se construye sobre la incondicionalidad de los hinchas de Millonarios con su club y la mística ganadora del que alguna vez fue el mejor equipo del mundo. Los dirigentes deben comunicarla y posicionarla, con el propósito exclusivo de fortalecerla con lo que realmente importa: títulos. 

sábado, 9 de enero de 2016

De Xavi a Turan ¿Qué le aporta Arda al Barca?






















Por: Sebastián Nohra

La vida sin Xavi y la importancia de Turan
Mientras Xavi, en diciembre del 2014,  deshojaba la margarita y pensaba si forzar la máquina un año más en el fútbol de súper élite o aceptar un retiro suntuoso y relajante en Qatar, Luis Enrique se debía comer la cabeza buscando la manera de rellenar un cráter. Porque es eso lo que dejó Xavi Hernández. El vacío deportivo y moral de su retiro ha sido el mayor reto del presente curso. Luis Enrique arrancó la temporada con un equipo ganador, con un estilo definido, tácticamente bien trabajado y con la joya de la corona catalana con 28 años. Lo tenía casi todo, es verdad, pero la partida del capitán del navío ponía a tambalear toda la estructura.

Relevar a Xavi ha sido un desafío mayúsculo. El de Terrasa fue y sigue siendo la representación de la academia barcelonista por excelencia. Xavi fue el último eslabón del cordón umbilical que lo ha unido todo. Aquel cordón que sembró Marinus Michels, desarrolló Cruyff, continuaron Van Gaal y Rijkaard y pulió Guardiola a través de Xavi. La responsabilidad de relevar el liderazgo del "deber ser" del juego del Barca debía recaer en Iniesta. Pero, para ocupar un espacio en una plantilla que necesita diferentes herramientas para ejecutar un plan, llegó Arda Turan. Además, el levantamiento de la sanción y la consiguiente reaparición del turco son argumentos que siguen alivianando la nostalgia imperecedera de saber que el “6”, el verdadero, no está más en cancha. Por lo pronto, Arda ya debutó y dejó un buen sabor de boca.  

¿Qué ofrece Arda Turan?
Haciendo un ejercicio mental, tratando de buscar volantes ideales que hablen el idioma de Luis Enrique, puedan suplir en la medida de lo posible a Xavi y se adapten a la Liga Española, el turco está entre los dos o tres volantes más idóneos. Es un jugador que, con ésta, completa su quinta temporada en la Liga Española, conoce el medio, los rivales y la cultura. Su adaptación ha tenido que ser, ante todo, táctica. Viene de manejar una Hummer, ahora le soltaron las llaves de un Alfa Romeo.

En ese aspecto, en los seis meses que no pudo jugar por la sanción de la FIFA al Barcelona, Arda tuvo tiempo de llevar un proceso de aprendizaje similar al de Luis Suárez mientras cumplía su castigo: tiempo para entrenar, asimilar y comprender todo el entramado táctico del equipo y los automatismos del juego de posición.

Es un jugador que llegó por pedido expreso del técnico. Llega para aportar talento e imaginación a un medio campo que pierde a Xavi, tiene a Iniesta con 31 años y a un Rafinha que sigue entre algodones. Aportará despliegue físico, músculo para presionar, competencia para Iniesta y Rakitic y algo muy interesante: variantes tácticas.

Rakitic vs Turan
Arda llegó al Barcelona para jugar de interior y  pelear por un puesto. Iniesta, en su nivel, es indiscutible. Asumiendo que el manchego se mantendrá en su nivel actual, habrá un solo puesto en los grandes partidos, o para Turan o para Rakitic. El croata tendrá que sudar y mucho para mantener su lugar. Su competencia tiene técnica y talento a la altura del Barcelona y características para ejecutar las funciones de Rakitic en el equipo.

Como vimos durante este año, Messi abandona por momentos la banda y va al centro a buscar juego por dentro, encara para buscar a Neymar o llega al área para buscar posiciones de gol. Sumado a que Messi es el jugador que menos tiene orden de presionar, esto produce que el eje Alves-Rakitic-Messi sea el más vulnerable del equipo defensivamente. Por ello, Rakitic tiene que hacer un despliegue colosal. Tiene orden de cuidar la espalda de Alves, hacer desmarques y rupturas distrayendo rivales para que Messi haga sus slaloms. Presiona, triangula, hace relevos. En el Barcelona, el interior derecho ha pasado de ser un director de orquesta (Xavi) a ser un handyman (Rakitic).

Ese perfil lo tiene Turan. Jugó cuatro años en un equipo que corre y compite como ninguno. Un equipo que está diseñado y pensado desde la preparación física. Tiene interiorizado y asumido ese rol. En el Atlético del curso pasado los más talentosos -Koke y Turan- fueron también los que más corrieron. Es un jugador con mucha imaginación y recursos, juega con frac, pero está curtido en el barro. No es de extrañar que haya sido la exigencia de Luis Enrique a los directivos.

Arda como cuarto volante
Jugar con tres volantes y con Messi, Neymar y Suarez seguirá siendo la partitura del equipo. Sin embargo, vimos como recurrentemente en la última temporada, Luis Enrique ingresaba a Mathieu por un delantero para subir a Mascherano a que jugará al lado de Busquets. Habrán circunstancias y contextos que inviten a que el equipo juegue un 4-4-2 con líneas más juntas y el técnico se ha mostrado favorable a ese cambio circunstancial.


La plantilla no contaba con volantes idóneos para jugar por afuera en una línea de cuatro. Ni Iniesta, ni Sergi Roberto y mucho menos Busquets son jugadores que tiendan a pegarse a la raya para facilitar el juego exterior. Además, la lesión de Rafinha deshabilitó al único jugador capaz de asumir ese rol en los momentos en los que el técnico así lo requiriera. Ahora, con la llegada de Arda, Luis Enrique cuenta con un maestro en esa posición. Turan tiene la capacidad de hacer jugar a su equipo, recostado en la banda derecha. Con sus pausas, su caracoleo y escondiendo la pelota.


Ya, por fin, la plantilla está completa.  Las llegadas de Turan y Aleix Vidal le dan aire al equipo. El turco no sólo es un refuerzo de lujo que va a alivianar los esfuerzos físicos de la plantilla, sino que además amplia el repertorio táctico del equipo. Ante el Espanyol y el Granada vimos algunos destellos de magia y sacrificio que presagian buenas cosas. Ya veremos que pasa. Arda se sintió cómodo al volante de la Hummer del Cholo, ya veremos como le va con el Alfa Romeo de Luis Enrique. 

lunes, 21 de diciembre de 2015

Una generación inspiradora


Por: Sebastián Nohra
Twiter: @sebastiannohra



La final del mundialito con River fue el cierre de una temporada espectacular. Estos jugadores lo volvieron a hacer. Repitieron lo que con Guardiola parecía irrepetible. Esta es una corta reflexión de su legado.



Las mejores ideas no siempre trascienden por sí mismas. Necesitan de un guía, de un conductor que con un alto nivel de genio y competencia logre elevar el grado de trascendencia de una idea. Por ejemplo, la literatura latinoamericana tuvo que esperar 150 años a que un puñado de jóvenes escritores lograran liberarla del yugo de ser tierra de una lengua heredada, de estar relegada a la virtud de su “madre”. Solo ellos pudieron llamar la atención de los lectores foráneos, para que voltearan la mirada a nuestras historias y, así, las letras latinoamericanas dejaran de ser ignoradas.

Otro buen ejemplo de cómo el liderazgo potencia el valor es la cocina peruana. Parte de los ingredientes, la riqueza y la esencia de su comida se remonta a la Cultura Inca. La migración y la fusión con la cocina japonesa se había producido hace varias décadas; sin embargo, tuvo que surgir la figura de Gastón Acúrio –junto con otros cocineros peruanos- hace una década, para posicionar la cocina peruana  en lo que es hoy: una potencia culinaria a nivel mundial.

Perdonen que les hable de literatura y cocina estando interesados en leer sobre fútbol, pero con esta generación de jugadores ocurre algo parecido. La semilla se plantó hace muchos años. Para algunos con Rinus Michels, para otros con Johan Cruyff. Lo que había que esperar era que la profecía se cumpliera. Que algún iluminado le diera vida a la piedra tallada.

 Los extremos abiertos y dinámicos, el intercambio de posiciones, el ataque posicional, la presión posperdida, la salida Lavolpiana, el “hombre libre”, el resultado como consecuencia del buen juego, son conceptos que llevan años entrenándose en las escuelas de formación del Ajax y del Barcelona. Son ideas que durante mucho tiempo han sido cánones de la academia holandesa-catalana. Era necesario que tanta premisa fuese revalidada por un equipo de esta alcurnia. Y lo hicieron estos muchachos que llevan años colgados del cielo y no se quieren soltar. Cuando hablo de muchachos, también hablo de Pep.

Hablo de él, porque en cada partido al lado del extraordinario Luis Enrique, se sigue sentando Pep en el banquillo. La mácula de su obra sigue presente. A pesar de las acertadas modificaciones metodológicas y tácticas que ha introducido –con gran éxito- Luis Enrique, este equipo es hijo de Guardiola. Fue Pep quien logró condensar todo y a todos en un equipo. De Cruyff a Rijkaard. Fue Pep quien construyó, desde Valdés a Messi, todos los detalles que hicieron poner al mundo de pie. Fue Pep quien hizo de Xavi la razón de ser de su juego. Porque se diga lo que se diga, nunca la eficacia y la estética estuvieron tan cercanas en un equipo de fútbol; 14 títulos de 19 posibles, docenas de partidos que hay que volver a ver antes de dejar este mundo.

Tras la marcha de Guardiola, vinieron dos años convulsos y difíciles para el club. El cáncer de Abidal y la muerte de Tito Vilanova hirieron fuertemente la moral del equipo. Si bien se ganó una liga, el proceso de deconstrucción de los pilares del juego del equipo era continuo y acelerado. Se dejó de competir al más alto nivel –derrota 7 a 0 contra el Bayern- y la identidad del juego ya no era tan nítida. La falta de decisión de Martino para volver a los orígenes o para introducir cambios sustanciales, condenaron al equipo a un limbo que terminó en una temporada para el olvido.

 La convicción en una idea se demuestra en la derrota. El peso del éxito justifica y legitima cualquier modelo. Es en el laberinto de la penumbra, cuando debe surgir la fuerza para defender y creer en la semilla que hace cuarenta años se puso. Y así lo hizo el club. Confiando en la respuesta de una generación irrepetible, se trajo a un facilitador que gestionara el nuevo proyecto. No había otro nombre mejor que el de Luis Enrique para comandar la nave.

Del Barcelona de los volantes de Guardiola se pasó al Barcelona de los delanteros de Luis Enrique. Si bien el desequilibrio individual y la capacidad goleadora de los tres de arriba es algo que quizá nunca se ha visto, el equipo sigue siendo preso de su esencia. En cada rondo, detrás de la sombra del balón, viaja con ella la sombra de Xavi. Con una pizca menos de elaboración, estos muchachos volvieron a hacerlo. Otra temporada ganándolo todo, pagándole cada boleta a cada espectador. Cuando en octubre de 2008 se murmuraba “algo especial está sucediendo en Barcelona”, nadie imaginó que aquel equipo iba a terminar partiendo la historia del fútbol moderno.

Desde aquella derrota contra el Numancia en el Camp Nou, día del debut de Guardiola como entrenador, continúan en el equipo Alves, Piqué, Busquets, Iniesta y Messi. Cinco titulares que no solo son los mejores del mundo en su posición, sino que son los guardianes del estilo. Un estilo que necesitaba toneladas de talento para haber podido alcanzar la excelencia. Iniciamos estas líneas diciéndolo: tenían que llegar intérpretes con el genio de Andrés Iniesta para que la idea trascendiera. Para que las jugadas que habitaban en la cabeza de Guardiola se trasladaran al Camp Nou.

 Esta generación le enseñó al Barcelona a creer en su modelo más allá de las fronteras del éxito. Le enseñó a los entrenadores del mundo a no desconfiar de los centímetros de sus jugadores. Le enseñó a los porteros que ellos también son jugadores de campo y el primer delantero del equipo. A los volantes que el que mejor juega es el que menos la toca. A los delanteros que siempre hay un último pase. A los aficionados que el resultado se justifica desde la pelota y no al revés.

Y afortunados nosotros, los que de un balón hacemos el pan de cada día, por ser contemporáneos de esta generación.  Porque será ésta la que en unos años pueda guiar a los barcos perdidos y sacarle una sonrisa a los futuros melancólicos. Porque estos muchachos, más allá de cualquier camiseta, han sido por todo y por sobre todo, una generación inspiradora.

martes, 15 de diciembre de 2015

Apuéstele al Nacional de Rueda


Por: Martín Lleras Jacobsen
Twitter: @martinlleja

Muchas veces en el fútbol, adentro y afuera del rectángulo, ocurren cosas que se salen de la partitura. Hechos imprevistos, improbables y, algunas veces, ilógicos, que exceden las más racionales predicciones de lo que debió haber pasado. Se habría hecho millonario aquel que hubiera apostado un par de libras esterlinas a que a estas alturas de la temporada el Chelsea de Mourinho iba a estar a un punto de los puestos de descenso. ¿Quién habría si quiera soñado la estrepitosa derrota de Brasil frente a Alemania en el mundial del 2014 o la clasificación de Costa Rica a cuartos de final en ese mismo mundial? El fútbol está lleno de estos hechos sorpresivos que nos invitan a pensar que en el fútbol nada esta escrito.

Sin embargo, lo cierto –y a algunos les dolerá– es que el fútbol es mucho menos aleatorio de lo que nos gusta pensar. La mayoría de las cosas están escritas, lo que pasa es que aquello que coincide con las predicciones lógicas no hace tanto ruido. Supongo entonces, y ahora sí me dispongo a entrar en materia, que es por esto que nadie se atreve a calificar de sorpresivo que el proyecto de Reinaldo Rueda con Atlético Nacional haya demostrado el éxito que ha demostrado hasta ahora, que se haya clasificado a la final y que sea el principal favorito a hacerse con el título. Estoy seguro, y aunque no tengo ni la menor idea al respecto, que si hiciera un modelo probabilístico para determinar al campeón de la Liga Águila 2015-II, los números me darían la razón.

El éxito en el fútbol está sustentado en la gestión de procesos deportivos que, por lo general, son a largo plazo. Otro argumento más en contra de la casualidad. Contados son los equipos en la historia moderna de este deporte que de la nada y sin la correcta planeación y ejecución de un plan deportivo-administrativo hayan levantado un título. Por ese lado, Nacional lo tiene cubierto. Especialmente desde el año 2010, cuando Juan Carlos De la Cuesta asumió la presidencia del club. Igual de importante que tener amplios recursos económicos, que los tiene (la totalidad del club pertenece a la Organización Ardila Lülle), es saber administrarlos sabiamente. Esto último lo ha sabido hacer De la Cuesta. Una sede deportiva moderna, un departamento médico completo y unas divisiones inferiores bien estructuradas son sólo algunos de los elementos con los que cuenta Nacional y que, aunque pueda sonar extraño, le faltan a la inmensa mayoría de los equipos del Fútbol Profesional Colombiano.  

Desde lo estrictamente deportivo, Atlético Nacional tiene la billetera para traer lo mejor que hay en el mercado. Para el año 2015, según Transfermarkt, la nómina del equipo está avaluada en 15,6 millones de euros y es la más costosa de la Liga Águila II. Para este semestre el equipo se reforzó con Yimmí Chará y Alexander Mejía, que migraron a México a finales del 2014, y Macnelly Torres, tres grandes futbolistas que han pasado por la Selección Colombia y a los que muy pocos clubes en el país se podrían dar el lujo de pagar. A estos se le suman grandes jugadores que ya estaban en la nómina como Camilo Vargas, Jefferson Duque y Oscar Murillo, que ya fue vendido al Pachuca mexicano. Además, la seriedad y la fe con la que se gestionan las divisiones inferiores han puesto en el primer equipo a  grandes jugadores como Sebastián Pérez y Marlos Moreno, ambos importantísimos en estos últimos meses.

Finalmente, la variable que, para mí, fue más determinante para el éxito de Nacional y, por consiguiente, para el de mi hipotético modelo probabilístico, fue la elección de Reinaldo Rueda como director técnico del equipo. La salida de Osorio, el técnico más ganador de la historia de la institución, dejaba al equipo tocado y a los jugadores visiblemente desgastados de un método estricto y sustentado en la rotación permanente, como lo era el del risaraldense. Para mantener al grupo base y volver a recuperar la frescura y el hambre de títulos, el contexto exigía la llegada de un técnico de peso y experiencia. Sólo un técnico con la jerarquía y experiencia de Rueda podía, con los mismos jugadores, imponer exitosamente un modelo de juego radicalmente diferente al que predicaba Osorio. En Nacional entendieron que complementar la nómina y la infraestructura del club con un técnico de tal trayectoria reducía al máximo los posibles estragos del azar.

Y los números y los resultados así lo evidenciaron. Al principio, como en cualquier transición hubo problemas; cambiar el vértigo por la elaboración, la electricidad por la seguridad y la rotación por la conservación de una formación estable, no eran tareas fáciles y todavía en la décima fecha había dudas girando entorno al juego y los resultados del equipo. Sin embargo, durante el proceso el equipo se afianzó, las piezas terminaron de engranar y el resultado es el que todos conocemos. El equipo fue el primero de los ocho, está en la final, hizo 38 goles, recibió tan sólo 9 y es el equipo más goleador y el menos goleado del torneo. Con el azar controlado al máximo, cualquier cosa diferente a ser campeón podrá ser, con justicia, considerado un fracaso.

Entre esta noche y la del próximo domingo sabremos si mi modelo es acertado. El Junior puede ganar, claro, ha hecho una gran campaña, tiene un gran técnico y también habrá sabido labrar sus posibilidades. Sin embargo, si a mí me preguntan, yo apostaría por la nómina de Nacional, por su infraestructura y por un técnico que así como es él, sin hacer mucha bulla, ha sabido dirigir en dos Copas del Mundo.

River vuelve a ser River








Por: Felipe Maldonado Jacobsen
@fmaldonado10


River Plate estuvo muy cerca de repetir la hazaña de la Copa Sudamericana, eliminado en semifinales por Huracán el pasado 26 de noviembre. Si bien el equipo ha perdido en lo futbolístico -muestra del desgaste normal que sufren los grupos que han alcanzado el éxito- la solidez institucional de River está intacta y en crecimiento. Y es aquí donde se abren los interrogantes: ¿Cómo fue el camino para sacar a River del infierno? ¿Qué llevó a River al Olimpo? 

En junio de 2011 River estaba condenado al descenso. Las malas decisiones de la administración de Aguilar y la pésima gestión de Pasarella, dejaron como consecuencia la tragedia jamás imaginada. Sin embargo, y a pesar del ascenso al año siguiente de la pesadilla, este no sería el fondo de la debacle.  La pérdida de identidad y el abandono del club como consecuencia de la arrogancia de algunos dirigentes, dejaban a River desangrado.

Finalmente y luego de haber sido derrotado por cuatro votos en las elecciones de 2009, Rodolfo D’Onofrio asumió como presidente de River en diciembre de 2013. “Soy uno más de ustedes pero con una responsabilidad enorme. Que vuelva la alegría.” Dijo como si volviera a nacer.

D´Onofrio,  socio vitalicio y egresado de Ciencias Económicas de la UBA, soñó con la presidencia del club en 2003 cuando River perdía con Boca en el Monumental. “Vi que Boca jugaba como River y que la hinchada de River gritaba “¡huevo, huevo!”. Ese día se dio cuenta  de que el club se estaba hundiendo y que peor aún, estaba perdiendo la identidad que siempre lo hizo grande.

Empezó la nueva gestión de un club que estaba destruido hasta la esencia y con serios problemas financieros. Se habían librado cheques por más de diez millones de dólares en los últimos días de Pasarella y en los estados financieros aparecieron deudas que superaron los cuarenta millones. Para D´Onofrio y su equipo, que no cobraron un peso en los primeros seis meses, sería el desafío de la vida.

Comenzaba la revitalización institucional. José Pablo Brito y Matías Patanian asumieron como vicepresidentes y como gerente general se nombró a Gustavo Silikovich. El plan estratégico abarcó un proyecto deportivo con Enzo Francescoli como director, fundamentado en la calidad de los jugadores y las divisiones inferiores, ratificando a Ramón Díaz como entrenador. Se redujeron los gastos y se invirtió en la profesionalización del área de marketing. De la mano de Santiago Traynor, actual director comercial, se potenció la marca River a partir de iniciativas como tiendariver.com  y “Somos River”, la plataforma para promocionar el “Documento Riverplatense”.

Con la llegada de Gallardo se consolidó la fortaleza institucional que está marcando una era. En lo deportivo, River volvía a encantar con su juego,  ganando además la Sudamericana, la Libertadores, la Recopa y la Suruga Bank. En lo administrativo, se duplicaron los ingresos de los sponsors y más importante aún, se recuperó la cultura deportiva del club. “Un equipo de fútbol es el reflejo de lo de arriba: socios, hinchas y directivos” dijo D´Onofrio, ratificando su afirmación reflejada en una cohesión institucional absoluta.

Hoy vive un River despolitizado. Se recuperó la identidad y se erradicó el ego y los intereses personales que tenían al club en el abismo. Se viene Japón y la posibilidad de seguir expandiendo la marca. Se esperan más de quince mil hinchas en el Estadio Nagal para el debut del “Millonario” el miércoles en la madrugada, todo un récord en la historia de los equipos argentinos en competencia intercontinental.

El equipo viajará con las aspiraciones que debe tener el campeón de América, sin embargo, los resultados seguramente no determinarán lo alcanzado por los jugadores y mucho menos lo de los dirigentes, que supieron interpretar el significado del compromiso. De darse la clasificación a la final con Barcelona (asumiendo que el equipo de Luis Enrique no tendrá problemas en fase semifinal), River tendrá la recompensa de un proceso que tiene que ser modelo en Sudamérica. Así que, como se mencionó previamente, el eventual resultado de la final del 20 de diciembre en Yokohama no sería un condicionante para calificar la tremenda campaña –deportiva y administrativa- que ha alcanzado con mérito River Plate.  Quizá tampoco condicione los proyectos futuros de una institución que encontró la estabilidad y que una vez más supo demostrar porque es la más grande, lejos.

miércoles, 9 de diciembre de 2015

Carta de Gerardo Pelusso a los jugadores.



Agotado por el esfuerzo que implica controlar los nervios, un hincha de Santa fe logró derrotar su insomnio y soñó que era Pelusso. Así motivaba a sus jugadores el técnico somnoliento.


A los  jugadores,

Tengo sesenta y un  años, muchachos. Sesenta y un años y todavía no sé perder. Hace mucho perdí la cuenta de las veces que he perdido en el fútbol y todavía la derrota me quita el sueño. Desde el domingo hasta hoy, el penalti de Borja me ha salido en los sueños muchachos. El sonido del balón pegando en el palo me despertó, ¡Clanc! ¡Clanc! ¡Clanc! Gracias a vos, Miguel, este viejo no durmió  sus sagradas cinco horas  y se volvió a despertar a medianoche, asustado, como un crío. Gracias a vos me tocó soñar con que el travesaño se me caía encima y hasta ahí llegaba este servidor…

Perder, muchachos, como cuando era niño, como cuando tenía su edad,  me hace odiar a la pelota, al mundo entero, me encierra, me pone de muy mal humor. Es lo que más odio y a lo que más le temo.  ¿Pero saben qué? Esta vez, luego de las pesadillas con el negro Borja y su penal, celebro la derrota contra el Junior. Celebro la eliminación. Y celebro también el segundo puesto en Copa Colombia.

¿Y saben por qué muchachos? Porque hoy no tenemos nada. Porque la gloria de un semestre perfecto, soñado, la ilusión del  mejor semestre de la historia del club, se nos ha ido deshaciendo entre las manos, muchachos, como el hielo. Y eso que dicen tantos pelotudos es verdad: del segundo nadie se acuerda. Con la camisa de Santa Fe, o sales campeón o sos hielo en el sol,  sos nada. Es triste, ya lo sé, pero así funciona este circo  y con pena se los repito: Hasta hoy, muchachos, somos hielo, un recuerdo lindo que se puede derretir.  

Pero hoy, carajo, hoy nos jugamos la vida. Hoy ustedes y yo compartimos el privilegio de encarar el reto más grande de la historia de este club. Hoy mandamos a la mierda las derrotas contra el Junior, y la liga local, y la Copa Colombia. Hoy nos comemos la cancha. Hoy somos el mejor equipo de este continente. Hoy no  nos para nadie muchachos, nadie. Hoy Perlaza pararía a Messi. Hoy a Balanta no lo encara ni Alexis Sánchez. Hoy a Roa y a Gordillo los va a querer el Barcelona. Hoy a Meza y a Mina no les gana ni Abila, que es un pelotudo,  ni Lewandowski, ni nadie.  Hoy, Luis Manuel, sos más importante que la oposición en tu país, hoy eres el mejor futbolista que ha parido Venezuela. Hoy te juegas el mejor partido de tu vida, Morelo, no te sacan la pelotita, hoy te reencuentras con el gol, con dos goles carajo. Y en Ecuador, Angulo, en Ecuador hoy te hacen una estatua.

¿Se creen el cuento,  muchachos? ¿Se lo creen? Yo sí. Yo hoy soy mejor que Guardiola, esta copa no me la saca nadie. Jueguen por la gente, muchachos. Por el club. Por sus pueblos en donde los miran, por sus familias. Por los niños que sueñan con ustedes. Por todos los viejos que han pagado un dineral y que, como yo, ya estamos muy viejos como para la decepción de no ganar hoy. Hoy los argentinos sabrán de verdad que es jugar con huevos, que es dejar la piel. Después de hoy no querrán volver a la altura, Bogotá los hará temblar.

No tengo mucho más que decir,  muchachos,  ya el partido lo tenemos trabajado y  en la cabeza. Solamente me  resta decirles que me resisto a ser hielo, me resisto con las tripas y con el corazón. ¿Y ustedes?

Con Cariño,
Gerardo.

*Producto de Hablaelbalón

Para conocer más acerca de Hablaelbalón haz click aquí

martes, 1 de diciembre de 2015

Instrucciones para ver la final.


Por: Iván Vargas

Lo que va a pasar hoy a las siete de la noche es extraño. Aunque el ser humano se adapta a las circunstancias y casi sin darse cuenta, con rapidez y naturalidad empieza a considerar como normal lo atípico, lo impensable,  lo de esta noche es una rareza.

Piénselo por un momento, dígalo para sí mismo: “Santa Fe juega esta noche  la primera final de la Copa Sudamericana”. Ahora añada: “Santa Fe juega esta noche la primera final de la Copa Sudamericana y es el favorito para ser campeón”. ¿Le suena del todo real? ¿No se le traban las palabras? ¿No se siente algo soberbio? ¿No se cree un impostor? Yo sí, yo pienso que esto ha pasado tan rápido, que ha sido tan lindo, que cabe la posibilidad de estar delirando, de haber perdido la cabeza y haber maleado la realidad y  estar viendo lo que no es. Que como consecuencia natural de vivir en este país inviable nos hemos vuelto locos y fabulamos…Santa Fe finalista de la Copa Sudamericana, ¡ja!

Y entonces pienso, tras corroborar en la programación de Fox Sports en la que efectivamente se deja ver Huracán vs Santa Fe, que el partido de esta noche debe tener un rito. Que es una función –me perdonarán los más entusiastas- que difícilmente se repetirá. Que es, esto va en serio, el momento más trascendental en la vida de muchos   santafereños.  Y que verlo sin una disposición especial, sin una preparación psicológica específica es no estar a la altura, es no agradecer el momento.

Mañana, santafereño, vea el partido con el celular apagado. Con la mente limpia de cualquier estimulante,  supra consciente. Vea la previa como si fuera la mejor película de su vida, no cambie ni en comerciales, no se pare, no coma, no hable mucho. Vibre con el show de la hinchada de Huracán, sienta como tiembla el estadio y sienta envidia por los hinchas que viajaron. Anhele expermientar el abismo en el pecho, en el corazón, que sienten los once leones que saltan a la cancha y que usted y yo, nunca, vamos a sentir.  Viva el juego –que le repito puede ser una alucinación- en el presente, con la mirada fija en el televisor, en la pelotita blanca y en nada más. Sonría con cada cierre de Meza,  con cada kilometro corrido por Gordillo, con cada pase de Omar Pérez,  con cada diagonal de Morelo.  Concéntrese en los ojos rojos de Seijas y en el incansable Salazar. Disfrute.

Y sufra, sufra como nunca antes, con las vísceras, cada ataque de Huracán, cada atajada de Zapata. Sufra como sufrirá Peluso, que a sus 61 años le importa un carajo  el corazón y se juega el partido. Juéguelo usted también, se lo merece. Cada tanto siéntase el pulso y compruebe el placer inigualable que le genera su equipo, la adrenalina única del fútbol. Agradezca en silencio lo que está viendo y crea, aunque sea por mañana, que la energía existe y que toda esa fuerza que usted hace con el pecho, con la pelvis, con los ojos, vuela hasta Parque Patricios y se cuela entre los nuestros para que en la mítica Buenos Aires se jueguen  el partido de sus vidas.

No se distraiga, amigo santafereño, pase lo que pase no se distraiga ni un minuto, que lo que va a pasar esta noche, como todo, se perderá en la eternidad y no será sino un recuerdo. Y los recuerdos no se le asemejan, ni de cerca, a la realidad.